Victoria Ocampo era una disruptiva, tanto para su familia como para su época. ¿Qué nos hubiera dicho a esas cincuenta personas sentadas en su casa hablando sobre rebelarnos a lo establecido en materia escolar?
«Pensar juntos la escuela que queremos y que necesitamos» fue una charla gratuita organizada por la Red Itinere en la mansión familiar de la escritora argentina, donada a la UNESCO tras su muerte, quemada y restaurada para la vida pública hace pocos años.
Un educador y un biólogo investigador del aprendizaje fueron los invitados. Pepe Menéndez Cabrera es uno de los rockstar que nos ha regalado la revolución educativa catalana en las últimas dos décadas, junto con Montserrat del Pozo. Reformistas que, fuera de toda lógica, nacieron desde órdenes religiosas (jesuitas y nazarenas).
Menéndez Cabrera está de gira para la presentación de su libro «Educar para la vida», que es parte de una serie que dirige la bióloga argentina Melina Furman. Fabricio Ballarini, por su parte, combina sus investigaciones en el CONICET y el ITBA con un stand up sobre ciencia.
«Somos hijos de la tesis de la escolarización universal, que es un logro democrático, pero ahora nos damos cuenta que saber más no siempre nos hace mejores personas. Necesitamos que el saber tenga un propósito y que la escuela esté al servicio de las personas», empezó Menéndez Cabrera. Ballarini contó cuánto le costó encontrar escuelas dispuestas a poner en práctica sus experimentos sobre el aprendizaje, hasta que Darío Álvarez Sklar, director de escuelas argentinas y uruguayas nucleadas en la Red Itinere, le abrió las puertas.
Qué pueden hacer la ciencia y la academia por una escuela mejor fue la pregunta que flotaba sobre toda la conversación. «Tenemos que empezar a ver las cosas de las escuelas que nos resultan invisibles, porque la pedagogía no puede verlo todo». De ahí, la importancia de dejar entrar a la transdiciplina. «Como científicos no podemos resolver completamente los problemas del sistema educativo, pero podemos hacernos preguntas muy pequeñas y sacarle fotos para entenderlo mejor», le respondió Ballarini. Por lo pronto, Alvarez Klar aseguró que la investigación del equipo de Ballarini sobre el impacto de la sorpresa en el aprendizaje «nos hizo pensar muchas cosas en nuestra escuela».
El científico destacó que uno de los desafíos es que al largo proceso de una investigación científica suelen pasarlo por arriba los cambios culturales, «que hoy son más cortos y pueden durar apenas diez años».
Ante la pregunta de cómo fue el proceso de innovación pedagógica en Catalunya, Menéndez dijo que el primer paso fue «agitar una crisis, no para atacar sino para provocar». De allí salieron algunos postulados, como el de la co-docencia y que los directores de escuela destinaran al menos el 25% de su tiempo para pensar y tomar decisiones, fuera de los emergentes cotidianos y la burocracia escolar.
Sobre las evaluaciones estandarizadas, Menéndez mostró cómo pueden ser una mala fotografía si se toman en una etapa adecuada. «En Cataluña se hablan dos idiomas, y por eso la mayoría de los chicos tardan más en hablar y escribir correctamente los dos. Si las pruebas de lenguaje se toman antes de esa distinción, que se sabe que tarde o temprano ocurre, sus resultados no son del todo confiables».
También mencionó como una de als pioneras a la escuela Les Vinyes, fundada por Boris Mir, uno de los protagonistas de la Escola Nova 21, la alianza para el cambio que asumieron varias escuelas de la región entre 2016 y 2019. «Entras allí y hay más ruido, más movimiento, más sensación de caos. Pero es un tesoro dentro del sistema de educación pública de Catalunya que creo que las autoridades no cuidan lo suficente».
Otras ideas que fueron parte de la conversación
-Hay disyuntivas que no podemos resolver: ¿la escuela como lugar de custodia de los menores de edad mientars sus padres trabajan o la escuela para aprender?
-La escuela tiene una responsabilidad en la generación de sociedades individualistas. Trabaja y evalúa en forma individual, lo cual indirectamente hace ver al otro como cnemigo.
-Romper con la idea de que la formación docente es algo compartimentado. En el aula y en reuniones de trabajo también nos estamos formando.
-Los aprendizajes tardan unas 12 horas en consolidarse. Pero pueden afectarlo estresores, antes o después. O la falta de proteínas.
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