Educación en familia: la elección de María Susini y Facundo Arana para sus tres hijos adolescentes

Hace poco, durante una entrevista, el actor Facundo Arana contó que sus hijos se educan en su casa, un formato de aprendizaje que en el mundo se conoce como homeschooling. Algo que, en realidad, no es nuevo, sino la forma en que la humanidad se educó hasta hace nada más que 200 años.

Su declaración abrió una ventana de oportunidad para quienes conocemos de cerca ésta y otras modalidades educativas alternativas. Por un lado, ayuda a sacarle el envoltorio a un tema que, habitual en muchos países, todavía es tabú en Argentina. Por el otro, pone en evidencia la variedad y la profundidad de los motivos por los cuales muchas familias lo prefieren. ¿Por qué alguien con medios y posibilidad de elegir las “mejores” escuelas tomaría el camino más difícil?

Desde que lo escuché, me propuse intentar una entrevista con su familia para hablar abiertamente de esta opción que muchos conocieron durante la pandemia por COVID-19, pero que en realidad poco tiene que ver con las clases virtuales que dieron las escuelas. Él tuvo la valentía de contarlo y se mostró orgulloso del trabajo que asumió su mujer: la directora de orquesta de una estructura que requiere alguien sensible, atenta, paciente y que, si no se siente capaz, sepa pedir ayuda. Hasta ahora, no he conocido familia que no haya tomado esta decisión desde el amor.

Durante una cena, donde solemos mezclar conversaciones sobre autos y educación, descubrí que nuestras familias tienen un amigo en común. Así fue que “Nemo” me puso en contacto con María Susini. Durante dos horas charlamos en un café como periodista y entrevistada; de a ratos, como mamás que comparten dudas y se pasan datos.

-¿Cómo fue que tomaron la decisión de educarlos en casa?
-No hubo un único motivo, fue una mezcla de varias cosas. Cuando algo no me cierra del todo, no sé quedarme quieta. Hay cosas del sistema escolar que no me convencían, pero bueno, nunca todo te convence o tiene que ser perfecto, ¿no? La jornada completa, en principio, no me gustaba. Los chicos (tienen 14 y 16 años) fueron siempre a un colegio bilingüe hasta 2020, que decidí cambiarlos a una escuela alternativa. Buscaba una donde los vínculos y los valores que para mí son importantes fueran centrales. Pero vino la pandemia y, como no llegaron a conocer a sus nuevos compañeros, cuando retomaron las clases presenciales me pidieron volver al anterior.
Ya cuando eran chiquitos faltaban bastante al jardín porque aprovechábamos a quedarnos más tiempo cuando viajábamos. A la distancia, eso ya te marca algo sobre mi visión de la educación y la crianza. Desde siempre quise más libertades, pero no sólo para poder viajar. Quiero que cada uno explore las cosas que le dan curiosidad, que las pueda estudiar y que tengamos más tiempo en familia. Ellos son muy independientes desde chiquitos: en casa cocinan, prenden el fuego solos. Para mí esas cosas son básicas y muy importantes de aprender.
El hecho de que viajamos mucho por trabajo también fue una de las razones que nos decidió: nos permite pasar tiempo juntos y no separarnos tanto. Y más allá de los de trabajo y disfrute, nos propusimos hacer viajes para aprender. Por ejemplo, ir a las Cataratas y aprender en vivo sobre la flora y la fauna.
Entonces, como creo que tiene que haber acuerdo en la pareja y tenemos que estar los dos muy convencidos, empecé a averiguar todo. Lo charlamos con los chicos y empezamos. Yo no hubiese hecho nada si ellos no querían. Soy muy de escucharlos, y si no hay un riesgo excesivo, me gusta acompañar en lo que ellos deciden. Me propuse que por lo menos íbamos a intentarlo y ver cómo nos iba.

-¿Cómo se organizan?
-El curriculum lo tienen a través de un programa escolar de otro país, con estampillado de La Haya, que significa que es válido para los países como Argentina que firmaron ese convenio internacional. Porque no quiero cerrarles ninguna puerta, quiero que tengan posibilidades y herramientas.
Pero desde el principio supe que esto no iba a estar centrado en la plataforma virtual, las materias y la computadora. Quería que siguieran interactuando con personas en sus actividades, así que para hacer un seguimiento buscamos una tutora, que van a ver una vez por semana a su casa. Entrevisté mucha gente hasta que dimos con Karina González, una educadora increíble que también acompaña a otras familias y tiene mucha experiencia, además, en dificultades para el aprendizaje. Es que yo me enteré de grande que tengo dislexia. Y uno de mis hijos, también.
Como saber inglés me parece muy importante, tienen además una profesora que es además traductora y acompaña a cada uno en lo que va necesitando.

-¿Qué características buscabas en ese rol de tutora?
-En principio, que fuera alguien que pudiera motivarlos y que tuviera sentido para ellos estudiar. Sé que no les van a encantar todos los temas, pero quería que lo hagan lo mejor posible y no por la nota. Que pudiera adaptar el contenido de la plataforma si hacía falta en algún caso o tema también era importante. Ideal, que supiera lo que es el homeschooling. Que hablara y se expresara de manera correcta y supiera interactuar con otros profesionales de la educación. También soñaba con alguien que no estuviera centrado sólo en su vida, sino que además tuviera intereses sociales, porque los chicos son una esponja y aprenden de los modelos que tienen adelante. Una de las cosas que más quiero aprovechar del homeschooling es que colaboren para un mundo más lindo. ¡Y encontré a Kari, que tiene todo eso!

-En este año y medio que llevan, ¿cómo los ves?
-La parte curricular la hacen de forma más intensiva y, como es muy personalizada, terminan más rápido que en el colegio. Entonces, les queda mucho tiempo para otras cosas. Los tres son distintos, así que se va adaptando todo, quizás no todos ni siempre necesitan que Karina o la profesora de inglés los acompañe de la misma forma.
Yo sabía que no me iba a ocupar de acompañarlos con los contenidos, eso lo delego, pero sí de todo lo demás. Así que, básicamente, me ocupo de que ellos puedan hacer sus cosas. Hago el armado y busco lo que me interesa que los nutra como seres humanos. Quiero que ellos aprendan a ponerse los límites, y eso es un trabajo, la verdad. Pero me saco el sombrero por cómo lo va haciendo cada uno, con facilidad para distintas cosas, como nos pasa a todos.
Además, como estudié Bellas Artes, me parece fundamental que tengan esa experiencia de la sensibilidad del arte teniendo en cuenta lo que ellos quieren. Una de las cosas más lindas está siendo el proyecto personal de cada uno, que van desarrollando durante el año y donde aflora al máximo su motivación y sus intereses. No creo que haya que terminar el colegio para empezar a explorar lo que cada uno quiere hacer. Y si después cambian, cambian, pero todo lo que aprendiste te nutre como persona.

-Por ejemplo, ¿qué cosas estuvieron haciendo?
-A uno de los mellizos el año pasado le preocupaba mucho la ecología. Hizo todo el trabajo de investigación para preparar una charla. Se fue a “Tierra de encuentro”, un espacio hermoso de mi amiga Dani que hace intervenciones terapéuticas asistidas por animales. Mis hijos la quieren mucho y van desde que empezó. Así que, mientras iba a aprender y ayudar en algunas actividades, le fue dando forma a una charla que después dio en algunos colegios y en la biblioteca de Pacheco.
Las armaba con lápices, con semillas. Aprendió cómo presentarse, cómo tratar al otro, cómo generar interés. En un momento me dijo que quería hacer algo distinto, algo más interactivo donde los chicos se pusieran en acción, porque se daba cuenta de que él aprendía más cuando vivía las cosas que cuando se las decían. Así que la armó de nuevo; fue increíble verlo interactuando con gente de diferentes edades. Yo aprendí un montón también, los hermanos y los amigos lo acompañaron y lo fueron a ver en su primera charla. Es adorable verlos cuando se generan estas situaciones.
Le gustan los deportes en general y entrena. Durante el año hacemos escapadas a surfear y a la nieve en invierno. Este año tiene un interés por los autos. Yo soy fierrera, y con el papá también comparten porque a Facu le encanta viajar por el país. También toca el piano desde chiquito, y ahora nos pidió ir a clases, así que él lo lleva. Ese viajecito donde charlan y escuchan música es parte de esto también. Vamos aprovechando cada situación para acompañarlos en sus cosas y estar juntos.
Siguiendo con esto de los proyectos, con la guía de la tutora logran abarcar varias áreas. A su hermano le encantan el anime, la cultura oriental en general. Se propuso escribir un libro sobre los cuatro elementos, así que antes aprendió sobre los diferentes géneros narrativos y los ambientes para sus personajes. Él quería que la familia se involucrarse, así que invitamos a amigos de la fotografía y la escenografía para colaborar con el armado. Están todos entusiasmados. Ya está el primer cuento. Van a ser cuatro en total, que hablan de la comunicación que tenemos que tener con nosotros mismos y con todos los seres vivos, porque somos todos parte. Y que la magia hay que buscarla más adentro nuestro que afuera.
También canta todos los días y toma clases. Juega al vóley y está aprendiendo adiestramiento de animales.
Mi hija está muy enfocada en la equitación. Esto de aprender fuera de la escuela le permitió pasar muchas horas con su yegua. Ya son un binomio, y este año logró que se acostara; estaba feliz. También está interesada en la biología marina. Le gusta mucho leer y escribir, especialmente para volcar lo que siente. Es muy buena con el inglés. Siempre tuvo clases, pero aprendió a desarrollarlo un montón escuchando música y escribiendo letras.

-¿Facundo lo está viviendo como vos?
-Se está involucrando cada vez más, y además de que los ve aprender, lo que más nota es que sonríen todos los días, algo que no estaba viendo antes.

-¿En qué medida los afectan las opiniones del entorno?
-Se presentan a diario críticas del afuera. Uno como adulto a veces las puede manejar mejor, pero en la etapa de crecimiento puede afectarlos más. Están aprendiendo a tratar de no enojarse cuando lo de afuera son puras críticas.

-¿Te parece que sería más fácil para ustedes si esto estuviera aceptado socialmente como una opción educativa más?
-Yo creo que sí, porque dejaríamos de ser un bicho raro. En nuestro caso puntual, lo manejamos y estamos tranquilos. Pero sí creo que tal vez se le puede facilitar para otra gente que tiene ganas y no accede. Me gusta que la gente logre en la vida hacer las cosas que desea respetando al resto, porque así actúo yo. Así que reconozco que otros pueden estar necesitando que haya más tolerancia.

-¿Tu idea de lo que es una buena educación cambió desde que probaron esta forma?
-Lo que veo, y lo que me gusta, es que esto de la formación y la educación sea todo al mismo tiempo. Creo que de esta forma se puede lograr un poco más.
En casa tenemos animales. Me vienen imágenes de la pandemia y ellos estudiando con los caballos. Una vez estaban haciendo los deberes y la cabra les comió unas hojas, la profesora no les creía. Hay mucho de esto en el homeschooling: que tienen un espacio preparado para poder estudiar, pero también pueden interactuar con los animales, prender el fuego y leer en un sillón.
Con uno de mis hijos comparto la clase de yoga a la mañana. Otro está aprendiendo con un adiestrador de animales que viene a casa. También está buena la interacción entre ellos, como cuando se presentan mutuamente trabajos que están haciendo. Incluso, tienen la posibilidad de interactuar con otros chicos y chicas que hacen homeschooling, pero hasta ahora no lo han pedido o no lo han necesitado.
Yo, si tengo miedo, no es algo que me frena. Voy para adelante y si tomo la decisión, es con una sonrisa. Si no funciona, vamos para atrás. No soy extremista, pero si lo hacemos, me gusta que sea lindo y llevarlo adelante respetando al otro.
No elegí tanto el homeschooling por oponerme a la escuela tradicional ni criticarla, lo hice por motivos personales, gustos y creencias. No voy a atacar a otros por sus elecciones ni voy a decir que esto es la octava maravilla. Pero sí te voy a decir que los veo muy bien a los chicos. Por mi parte, estoy en el proceso de disfrutarlo y de seguir atenta.

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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6 Respuetas

  1. Paola Lopez dice:

    Buenas tardes ! Sigo tu blog y me
    Encanta !
    Nosotros estamos tratando de pasar a nuestro hijo Bjorn a la modalidad de Homeschooling pero necesitamos tutores . Si ustedes desde este espacio pudieran conectar a padres con docentes que estén interesados en este tipo de trabajo sería ideal .
    Desde ya muchas gracias !

  2. Manuela dice:

    Muchas gracias por compartir esta entrevista. Me encanta leer y escuchar testimonios de otras familias. Saludos.

  3. Belen dice:

    Hola! Hermosa nota, gracias Dolores por todo este contenido súper interesante y tan importante para las familias que elegimos este camino, adhiero a la idea de buscar tutores! Soy de La Plata, muchas gracias!