El tiempo que se tarda en atravesar dos barrios de Buenos Aires en auto es el que tuve para estar a solas con José Pacheco, fundador de la Escola da Ponte en Portugal en los años ´70 y de la Escola do Projeto Ancora en Brasil hace mucho menos. En realidad no estábamos solos: mi marido manejaba, él iba de acompañante y yo atrás, tratando de exprimir a preguntas al tipo del que tanto había escuchado. Había dado una charla en el auditorio de ATE y nos ofrecimos a llevarlo al terminar. Iba a encontrarse con su mujer y su hija en un club de jazz de Palermo.
Un año antes lo había conocido en la CONANE, el mayor encuentro de alternativas en educación de Brasil, y me había sorprendido su historia. Su escuela sobrevivió casi treinta años sin ser reconocida por las autoridades de Portugal, y más tarde se mudó a Brasil para co-fundar otra similar nada menos que en una carpa de circo en las afueras de San Pablo. Hoy es un educador mundialmente reconocido que da charlas por todos lados (aunque él dice que siguen sin escucharlo) y ahora vuelve como hijo pródigo a su Portugal natal porque dice que las nueves leyes educativa le renovaron la esperanza.
Yo admiro a Pacheco porque es uno de los únicos que logró cambiar todo con algo tan ¿sencillo? como quitar las notas y los exámenes exámenes y acompañar a los alumnos en su propio recorrido de aprendizaje. Estos días encontré una entrevista larga que le hizo la periodista Ana Kotowicz para el Observador de Portugal. Muy coloquial y con la franqueza de quien ya ha pasado por casi todo, Pacheco cuenta en su tierra las intimidades de lidiar con la burocracia administrativa durante años para mantener el proyecto intacto. Primero tomando café con los inspectores, después con la Universidad de Coimbra como aliada, con un intento de cierre al estilo Summerhill en el medio, una norma exclusiva y condicional (como la de las escuelas experimentales en Argentina) y finalmente reconocida efectivamente por ley el año pasado.
A calzón quitado y ya sin nada que perder acusa a las pedagogías activas de fósiles, defenestra los cambios cosméticos y denuncia la inacción de sus colegas profesores. Peor, de estar vulnerando el derecho a la educación real, no la frase vacía que se repite en cada foro. Pero tampoco duda en reconocer que lo que él mismo creía ya está superado
Su testimonio es valioso porque es un referente vivo que no se ha quedado en la teoría y porque es poco conocido en el mundo hispanoparlante. La flamante regulación portuguesa que explica también nos da pistas a los que, sin ser abogados, durante los últimos años nos especializamos en jurisprudencia y legislación mundial sobre educación a fuerza de sobrevivir, defendernos y construir legitimidad para los proyectos que aún no caben en el espectro oficial.
La charla es larga pero imperdible, un guiño y ojalá una risotada para los que solemos remar en la corriente de lo clandestino, lo no reconocido, lo negado, lo silenciado y las máscaras de la formalidad educativa de siempre. Acá va mi traducción para ustedes.
TRADUCCION PROPIA DE LA ENTREVISTA DE ANA KOTOWICZ A JOSE PACHECO PARA EL OBSERVADOR DE PORTUGAL. 26-08-2019: https://observador.pt/especiais/entrevista-a-jose-pacheco-turmas-isso-e-a-pre-historia-da-educacao/
“Solamente un burro no cambia de idea”. Una charla con el profesor José Pacheco es como acelerar de 0 a 100 km en 2,28 segundos. Velocidad supersónica al volante de una Ferrari versión radical. Y no en una autopista vacía sino en una llena de conos naranjas que te obligan a ir haciendo eses y hasta volver al punto de partida. Para volver a arrancar, suave o a los tumbos.
“Me parece muy gracioso cuando veo que la Asamblea Legislativa hace reuniones que duran horas para decidir cuántos alumnos debe tener un grado. Eso es la prehistoria de la educación”. El profesor se ríe con ganas. Hace 40 años empezó de cero: en una escuela estatal, en los años 1970 con Portugal recién salido de la dictadura, imaginó una escuela que fue pionera en el mundo y que hoy muchas intentan imitar. Centró la educación en el alumno, lo que se conoce como el paradigma del aprendizaje, enseñó sin grados y sin dar clases. No aplazó a nadie y consiguió que todos aprendiesen. Funcionaba casi en la clandestinidad, intentando seducir a los inspectores de Educación que los visitaban, hasta que en 2004 firmó su primer convenio de autonomía. Hoy la Escola da Ponte en Santo Tirso, cerca de la ciudad de Porto donde Pacheco nació en 1951, es un hito de turismo educativo, pero sigue siendo referente para el país y el mundo.
“La Escola da Ponte no progresó, se cristalizó.” Y en 2,28 segundos pasa de un tono arrogante a uno que parece de genuino arrepentimiento y dice que admira a los profesores que siguen ahí. Y se conmueve. “Tengo mucho miedo de convertirme en un presuntuoso, todos los días lucho contra mi arrogancia y pierdo.”
Sube el tono y gesticula cuando habla del poder político, de los sindicatos, de las corporaciones y del “silencio obsceno” de sus colegas de las Ciencias de la Educación sobre lo que pasa en la enseñanza. “Válgame Dios” dice cuando la realidad lo pone nervioso en un tono que delata su origen norteño. En 2007 se autoexilió en Brasil, cansado de Portugal. “Hice todo lo que podía, pero llegué a un punto en que pensé que nada iba cambiar. Pensé que todo seguiría igual, pero estaba equivocado.” De Brasil también e trajo el acento.
El objetivo era hablar sobre el paradigma del aprendizaje, un lugar al que la mayoría de las escuelas aún no llegó, con un hombre que dice que “dar clase es un escándalo epistemológico en el siglo XXI”, o que Rudolf Steiner, fundador de la pedagogía Waldorf, y María Montessori, educadores del siglo XX, son “fósiles de la educación”.
Llegamos tarde. José Pacheco ya siguió de largo y ahora reniega de que el centro sea el alumno y piensa que el centro es la relación entre el profesor y el estudiante, algo que llama el paradigma de la comunicación. Se viste de entrevistado y no se inhibe de responder una pregunta con otra pregunta.
Hoy quiere una escuela abierta los 365 días del año. “El hospital y la iglesia no cierran… ¿Será que la inteligencia se detiene en junio y vuelve a funcionar en septiembre? Y con horarios diferenciados para alumnos. ¿Por qué todos tienen que entrar a la misma hora? Porque les gusta el amontonamiento?” Está listo para las clases, pero con el único objetivo de acabar con ellas.
En un diálogo posterior ya habrá cambiado de fase. Cuál es el proyecto que le sigue al paradigma de la comunicación y de las comunidades de aprendizaje? “Haré otro proyecto para superarlo, debe haber una cosa mejor.” Y se ríe, mucho. “Todos estamos hechos de cambios. Soy un ser incompleto y tengo sed de aprender”.
-¿Cómo lograron que la Escola da Ponte siguiera funcionando sin que el poder político los molestara?
-Molestaba todo el tiempo. Pero tenía razón: las leyes son las leyes. La Escola da Ponte en 43 años de existencia y tuvo tres grandes períodos. Antes de la Lei de Bases do Sistema Educativo, en 1986, hacíamos todo de una forma bien discreta para que nadie se diera cuenta. A partir de ahí nos agarramos del artículo 45 –que ahora es el 48- que dice que, en las decisiones de políticas educativas deben prevalecer criterios de naturaleza pedagógica. Después vino la ley de autonomía de las escuelas, en 1996, y actuábamos de manera un poco arrogante. Yo era un vanidoso: habíamos conseguido, contra todo y contra todos, hacer algo por primera vez en el mundo. Pasar del paradigma d ela instrucción, de la clase, del profesor y el curriculum escrito en el centro, al paradigma del aprendizaje en el centro, con un alumno autónomo en el centro, el protagonismo juvenil. Fue la primera vez que eso pasaba en una escuela estatal. Pero sólo me di cuenta más tarde, cuando empecé a recorrer el mundo. Después, en 2004 se firmó el acuerdo de autonomía y empezó el tercer período.
-¿En esa época no tenía noción de que estaba siendo pionero?
-No. Lo que hacíamos era partir de aquello que todo profesor tiene, amor por los alumnos. Sentíamos que dar clases era negarle el derecho a la educación a mucha gente. Tomamos una decisión ética. No fue técnica ni metodológica. Si de la forma que solíamos trabajar, con aula, grado y trimestre no aprendíamos y enseñábamos a todos, necesitábamos buscar otra forma y actuamos con amor e intuición. Nadie hablaba de los Piagets e y los Vygotsky de este mundo. Más tarde comprendí que fuimos los primeros. Cuando visitaba escuelas Waldorf en Alemania ellos decían que ponían al alumno en el centro. Pero no. Daban clases. Tenían varias actividades en las que de hecho los alumnos eran el centro, pero daban clases. Era una especie de esquizofrenia: decían que el centro era el alumno pero en realidad era el profesor. No tengo nada contra las escuelas Wlaldorf y encuentro admirable la propuesta de Steiner. Cuando nos cambiamos al paradigma del aprendizaje necesitábamos de una ley que nos permitiese modificar las cosas y fue entonces cuando surgió la ley de autonomía. Pero más adelante hubo dos ministros que la perjudicaron mucho.
-¿Quiénes y por qué?
-No voy a decir quiénes fueron, pido disculpas. Nuestro acuerdo de autonomía preveía que cada tres años se hiciera una evaluación externa, y que si no resultaba satisfactoria el gobierno podía terminar el contrato o modificarlo. Tengo todas los resultados y todos fueron excelentes.
-¿Siempre evaluaciones externas?
-Sí. Eran comisiones nombradas por el Ministerio de Educación. Pero tengo que confesarte algo: me acuerdo que al primer equipo de evaluación le habían encargado acabar con el proyecto.
-¿Qué ministro fue?
-No voy a decirlo. Pero sí voy a decir a quiénes admiro: a las tres personas de la Universidad de Coimbra que hicieron la primera evaluación. El más viejo ya debe haber muerto, las otras dos profesoras deben seguir vivas. Cuando terminaron hicieron un estudio comparativo y descubrieron que a lo largo de los 20 años que la Escola da Ponte mandó alumnos para el EB2/3 siempre tenían las mejores notas en todas las disciplinas. Pero lo que constaba era lo contrario. Sabe lo que me dijeron cuando se fueron? “Profesor, a mí me encomendaron cerrar este proyecto. Pero si alguna vez nos necesita, en cualquier lugar, para dar nuestro testimonio, cuente con nosotros. Vamos a ir por todos lados contando que éste es un proyecto de excelencia académica”. Fue lindo, casi lloré en ese momento, me emocioné mucho con la franqueza de ese hombre.
-Cuando habla de que algunos ministerios perjudicaron a la escuela, ¿a qué se refiere?
-El período que llega hasta hoy estuvo marcado por muchos prejuicios. En 1996 Ana Benavente, cuando estaba en la Secretaría de Estado, entendió que entre los muchos profesores que podríamos contratar, dos o tres podrían ser directamente elegidos por la escuela por concurso universal. Así lo hicimos, pero más tarde hubo Ministerios que, aún con evaluaciones excelentes en las manos, me prohibieron contratar profesores para el proyecto. Ponían a profesores que no sabían qué hacer, que sólo querían dar clases. Está muy bien, pero que lo hagan en otro lugar. La clase es un escándalo epistemológico del siglo XXI. Es inadmisible que se siga trabajando de esa manera. La Escola da Ponte se terminó de convertir en, como acostumbro decir, un lugar de turismo educativo. No progresó. Un proyecto debe estar siempre en fase instituyente, es uno de los criterios de la innovación. Se dejó estar, cristalizó. Tengo mucho respeto por esa gente, aunque me fui de la escuela hace 15 años todavía pienso mucho en ellos. La historia de la Escola da Ponte es una historia de sufrimiento y resiliencia. Algún día voy a escribir sobre eso.
-¿Ese sufrimiento tiene que ver con los primeros años, cuando funcionaban casi en la clandestinidad?
-Siempre. Sólo que fuimos descubiertos.
-¿Quién los descubrió?
-Un inspector que después se convirtió en mi amigo.
-¿Inspector de la Dirección General de Educación?
-Sí, Nelson. Después vino otro, también maravilloso, pero ya no me acuerdo del nombre. Y otro, el inspector Aiveca, qué hombre extraordinario. Lo que aprendí con él… Cuando los inspectores se despojaban de su autoritarismo y pasaban a ser personas, me entendía con ellos. Soy muy testarudo.
-¿Pero cómo fue el episodio con el inspector, cómo los descubrió?
-Creo que voy a cometer una imprudencia. Le cuento lo que puedo contar, quedarán cosas para decir a título póstumo. Son cosas que nadie puede creer… Bueno, cuando nos llegaron las planillas para rellenar con los cursos, los alumnos reprobados, etc, no teníamos nada de eso. Entonces, inventábamos. “Poné 190 en el primer año, 200 y pico en el segundo. Poné mitad de chicas y mitad de chicos”, dictaba yo. Un día nos agarraron con las manos en la masa, pero tuvimos suerte porque fue un inspector extraordinario. El decía: ‘Reconoce esto? Porque tengo sus planillas y no dice nada de esto.’ Fue muy interesante. Primero fue muy desproporcionado, entró en la sala sin pedir permiso y me dijo que parar de hacer lo que estaba haciendo y yo le contesté que me esperara. Se puso bravo y me preguntó cuál era la planificación de la clase. Le dije que no había clase. ´¿Cómo que no? Entonces qué año es éste?´. ´Ninguno, están todos mezclados´, respondí. Me dio que la planificación era obligatoria. Entonces lo mandé a preguntar alumno por alumno qué estaban por hacer. Después de hablar con tres volvió y me dijo que cada uno tenía un plan diferente. Le respondí: ´Claro. Le parece entonces que puedo hacer una planificación diferente para 160 estudiantes?´. Sonrió y me dijo: ´Vamos a tomar un cafecito?´. Todo salió bien. Era el año 1982.
-¿O sea que lograba seducir con los resultados a los que pasaban por la escuela?
-No siempre. Tuvimos tres inspectores que hicieron lo contrario, pero terminó bien. Esuna cuestión de suerte o azar. No digo que el de la Escola da Ponte sea un trabajo perfecto, lejos de eso. Hoy ya ni siquiera tengo a la Escola da Ponte como referencia, lejos de eso. Hoy trabajo dentro de escuelas que no son edificios, son personas, con las que trabajo el paradigma de la educación en Brasil, Argentina, Chile. Estuve hace poco tiempo en la India, donde estaba Singapora, el primer lugar de Pisa, en Australia, en el mundo entero. Pero aquello que hicimos fue mejor. Disculpame la arrogancia, pero lo fue. El resto era gente muy buena, muy inteligente, pero todavía están en la Escuela Nueva y en Montessori.
-¿Todavía están en la Escola Nova, el lugar donde A Ponte estaba en los 70?
-Exacto. Tengo mucho miedo de quedar como un arrogante, todos los días intento no serlo pero pierdo la batalla. Cuando digo estas cosas es con toda la consideración por quienes todavía dan clases y están en el paradigma del aprendizaje. Cuando hablo del paradigma de la comunicación, de Paulo Freire, Lauro de Oliveira Lima, digo que aprovecho todo lo que viene del paradigma del aprendizaje e incluso del paradigma de la instrucción. No soy maniqueísta. Aprovecho todo lo que fuera útil y proporcione mejores aprendizajes. Y sobre todo que cree una nueva construcción social, que dejemos de tener un sistema de enseñanza para tener un sistema de aprendizaje. Cuando los profesores me preguntan cómo enseñar a os alumnos a hacer planes de estudio en el curriculum de la subjetividad, respondo: dando clases. ´¿Dando clase?´, me preguntan. ´¿Acaso no es lo que saben hacer? Entonces tengo que valorar lo que saben hacer´, digo. Y entonces me preguntan si yo doy clases. Y les contesto que hace más de 40 años que no doy clases. ´Entonces va a dar clases con nosotros?´, me preguntan. Y voy. He dado muchas clases. Me gusta dar clases.
-Me está mareando. En qué quedamos: ¿hay que dar clases o no?
-Se puede dar clase para acabar con la clase. Un niño no nace enseñado. Cuando hablo de dar clase, no me refiero al profesor solo en el aula, hablo de un equipo. Un profesor no transmite aquello que dice, transmite aquello que es. El aprendizaje es antropofágico: no aprendo lo que otro dice, lo aprendo al otro, por el ejemplo y la imitación. Cuando voy a trabajar en un aula, trabajo con alguien, y trabajo preguntando. ¿Qué querés hacer? ¿Qué querés saber? ¿Qué querés ser? Pero no qué querés ser cuando seas grande, eso es un insulto para los niños. Después parto de las preguntas que cada uno trae, de la necesidad de esa comunidad hacia proyectos. Deja de ser una clase tradicional para convertirse en una clase donde se aprende a escuchar, a pedir la palabra, a trabajaren equipo. Cómo les enseño a hacer planes de estudio o portfolios digitales? Dando clases. Sólo que al final de seis semanas ya no se da clase, los profesores son inteligentes y aman a sus alumnos. Creo en ellos, cuando deje de creer no estaré cerca. He comprobado incluso que los más reticentes, los mejores dando clase, son los que al final adhieren rápido porque perciben que del modo en el que trabajan no garantizan a todos su derecho a la educación.
-Entonces, ya abandonó el paradigma de aprendizaje, del que la Escola da Ponte fue pionera, y que yo pensaba era sobre lo que íbamos a conversar hoy. Pero casi ninguna escuela ha llegado ahí todavía y usted ya está con otro paradigma.
-No voy a quedarme en el paradigma de la comunicación tampoco. Hace unos días me preguntaban si no me estaba jubilando y dije que sí. Pero sigo queriendo aprender y ser útil. Me preguntan que voy a hacer ahora y respondo: un proyecto. ¿Cuál? Estoy tratando de crear en Brasil una red de comunidades de aprendizaje, y ahora también en Portugal. Y me preguntan si cuando termine con ese voy a parar. Por supuesto que empezaré otro. Para qué? Para superar a las comunidades de aprendizaje, porque debe haber algo mejor (risas). Todo el mundo cambia, soy un ser incompleto, tengo sed de aprender. En Educación está todo por hacer, todavía estamos en la protohistoria del aprendizaje. Estamos en la fase de la enseñanza de la primera revolución industrial. Y yo he trabajado mucho el paradigma de la Comunicación: aprendemos en la intersubjetividad.
-Explíqueme el paradigma de la comunicación.
-Para que el aprendizaje suceda, tiene que ser significativo, integrador, diversificado, activo y socializador. No voy a hablar de las teorías, pero el aprendizaje solamente sucede cuando se crea un vínculo. En una clase la creación de vínculos es un todo. Necesitamos instituir una forma de organización, aquello que llamo una nueva forma de construcción social del aprendizaje, creando vínculos afectivos. Emocionales, éticos, estéticos, espirituales, etc. Si cuando estudiaba tenía un profesor que no e gustaba no aprendía nada. Es en la calidad de la relación pedagógica que se aprende o no se aprende. En la intersubjetividad.
-¿En este paradigma dela comunicación el profesor y el alumno son amigos?
-No, no, no. Los estatutos son diferentes, cuidado con eso. El profesor compañero es cosa de los libertarios ingenuos. Los niños no hacen lo que quieren, ellos quieren lo que hacen. Es muy diferente, le da significado a las cosas. Sentido. Pero ya fui no directivo ingenuo durante 30 años pensando que el centro era el alumno. Pero sólo los burros no cambian de idea.
-¿Ya no cree que el centro sea el alumno?
-También es el centro. Pero igual el profesor, en otro sentido.
-En la escuela tradicional que critica el centro era el profesor. En la que ayudó a crear era el alumno. ¿En el paradigma de la comunicación hay una simbiosis?
-Se religan. Tiene que haber una reelaboración de la cultura profesional. La formación está muy mal porque reproduce el modelo tradicional. El profesor deja de preparar proyectos para los alumnos para construirlos con los alumnos. En la relación, a partir de la necesidad, del deseo. Todos tienen vocaciones y talentos para su proyecto de vida. Le puedo dar un ejemplo. Se llama André y tiene síndrome de Down. Cuando vino para mi escuela lo hizo con un informe psicológico de dos escuelas anteriores que decía que no iba a aprender ni a leer ni a escribir. Ya habían intentado. Yo, en vez de preguntarle qué quería hacer le pregunté qué quería ser. Me contestó que quería ser arquero. Hicimos un proyecto de vida con él y aprendió a leer, a escribir, a contar, todo. Hizo un curso profesional y si buscás en Google ´final del campeonato europeo de fútbol de salón Portugal-Itália’, vas a ver que el arquero es André. Es una persona realizada socialmente. Tenemos que ayudar a construir vidas, a desarrollar talentos. ¿Cuántos genios son desviados de aquello que podrían ser? Ese es el curriculum de la subjetividad. La educación es un derecho público y subjetivo. Tenemos que garantizarque cadauno sea lo que quiere ser.
-¿Y cómo logra eso en un aula llena de alumnos?
-Solo nunca. Por eso cambiamos, el profesor deja de planificar para enseñarle al otro a planificar, a ser autónomos, a administrar su tiempo y espacio. Va a hacer autónomo a otro, no a planificarle la vida. Eso es manipularlo, impedirle que gestione su propia vida. El profesor no da clase, es inútil, perjudicial. Tiene que ayudar al alumno a construir planes de estudio, de curriculums de la subjetividad, de comunidad, de sustentabilidad, de conciencia planetaria. Cuando el profesor construye con él, el alumno acompaña los procesos de descubrimiento, encuentra información en libros, en personas, en la naturaleza, en Internet. ¿Dónde se aprende? Puede ser en una escuela, pero la escuela no es un edificio, son las personas. ¿Cuándo se aprende? Cuando se siente la necesidad y se va en busca de la información. El profesor de pensar sobre el pensar, la metacognición. Ayudarlo a seleccionar la información de Internet. A saber criticar la información, saber si es la que necesita. Comparar, analizar, evaluar, sintetizar con sus palabras y poder comunicar. ¿Le puedo hacer yo unas preguntitas?
-Claro.
-¿Sabe hacer la raíz cuadrada?
-Con calculadora sí.
-Sin calculadora, no. Segunda pregunta: ¿cuántas veces necesitó usar la raíz cuadrada en su vida?
-Probablemente ninguna.
-Cuando pregunto esto a mil profesores en un auditorio nadie sabe. Por qué la raíz cuadrada es parte delcurriculum esencial pero no es utilizada por millares? Cuando la necesitás vas a Internet y la aprendés en 5 minutos. La buscás porque precisás ese instrumento, ese algoritmo. ¿Aprendiste? Sí. Tuviste que hacer un examen para aprenderla? Sí. ¿Aprendiste? No. Un examen no evalúa nada, o mejor, evalúa la capacidad de retención en la memoria de corto plazo de determinada información para poder volcarla en papel. La memoria es sabia. Me pregunto por qué el curriculum tiene que estar pre escrito. ¿Por qué tiene que haber metas? ¿Por qué tiene que existir todo eso en realidad? Cosa curiosa: cuando trabajamos de otra manera, en el paradigma de aprendizaje, de la comunicación, los alumnos aprenden toda la matriz curricular. Es curioso, ¿no?
-¿Aprenden todo sin un curriculum oblgatorio?
-Exactamente. El currículo obligatorio dice que hay que aprender determinados objetivos en determinado momento, de determinado año, de determinado ciclo. ¿Por qué? Si alguien me sabe explicar, lo acepto. Vi niños de 6 años trabajando con la tabla periódica y de 5 usando la raíz cuadrada, pero porque las necesitaban.
-En su opinión, ¿no es necesario un Ministerio de Educación que defina un curriculum básico para todas las escuelas?
-(Risas) Usó la palabra opinión. Me prohíbo dar opiniones. Cuando me preguntan qué me parece respondo que no me parece. Me forme en Ciencias de la Educación y pido disculpas por esta arrogancia: no, no se necesita un curriculum. Tienen que haber una serie de aprendizajes esenciales.
-¿Qué cosas?
-Sí, no dije un mínimo, dije lo esencial. A partir de eso, los curriculums deben ser tridimensionales. Un ejemplo de curriculum tridimensional dentro del área de la conciencia planetaria: una niña de 9 años pregunta a su tutora si es verdad que como seres humanos corremos riesgo de extinguirnos. Sabemos que sí, que la catástrofe es inminente, es sólo cuestión de ver las catástrofes climáticas,el agujero de ozono, la deforestación, el crecimiento del nivel del mar… Esa nena había leído en una revista que la NASA estaba buscando planetas donde la vida humana pudiera existir. Esa nena, a los 14 años fue invitada por la NASA y está en Washington. A los 10 años desarrolló un proyecto de vida humana en otro planeta. Trabajó todos los objetivos: de Física, Ciencia, Matemática, Geografía, cosas de secundario y de universidad. ¿Por qué no?
-Dejarlos ir hasta donde puedan, ¿eso es lo que defiende, sin metas?
-Eso mismo. Y hablar de superdotado es una profunda equivocación. Lo que ella tiene es una vocación bien explícita y un talento que tiene que ser desarrollado. Pobre profesor, solito… Yo enseñé. Conozco bien la angustia cuando pregunté a tantos jóvenes analfabetos por qué no habían aprendido a leer. Tenían 15 años, estaban en la escuela hacía 7 y seguían en primero en tiempos del ministro Veiga Simão ( 1970-74) del gobierno de Marcello Caetano. Me explicaron que la profesora explicaba siempre de la misma manera. Tuve una sensación muy extraña, porque yo también enseñaba así. Percibí que si seguía haciendo lo mismo ellos seguirían sin saber leer. Me prohibí hacer eso y tuve que aprender a enseñar de otra manera. Ellos aprendieron a leer ese mismo año. Uno de los grandes problemas es un niños de 6 años que entra en un aula donde la profesora enseña a todos al mismo tiempo, de la misma manera, ignorando que tienen diferentes ritmos. Después de cuatro meses dicen que ese alumno no acompaña los aprendizajes del resto y que va a necesitar apoyo. Pasa en las escuelas privadas también. Terminan en escuelas de apoyo, es absurdo, es la ceguera blanca de Saramago. Ya que hablamos de él, solía decir que se envejece cuando se deja de interrogar. Los niños cuando llegan a la escuela hacen preguntas, pero cuando se van ya no. Esa pérdida, esa falta de preguntas de la filosofía elemental, es una tragedia. Ese joven llega al final del secundario habiendo oído tantas respuestas a preguntas que nunca se hizo que desiste de preguntar.
-Entonces, ¿vamos a olvidarnos del curriculum?
-Vamos a olvidarlo.
-¿Vamos a dejar que cada niño aprenda aquello que le apetece más? ¿N corremos el riesgo de tener personas especialistas en un área pero saben muy poco de otras?
-Sí, pero un músico no tiene que saber la ley de Boyle-Mariotte, no la necesita para nada. Y si alguna vez la precisa, tiene Internet. Lo que él necesita es profundizar su conocimiento en el área de música para realizarse. Aunque en general los niños en nuestro paradigma aprenden todo, como les dije, cosa que no pasa en la escuela común.
-¿Dice que las escuelas no llegan a dar todo el curriculum?
-Tomé conciencia de eso cuando hicimos la primera prueba de nivelación, en el año 2000, todavía estaba en la Escola da Ponte. Me seleccionaron para administrar las pruebas y en el manual decía una cosa que no entendí: colocar a los alumnos a una distancia prudente unos de otros. ¿Qué? Al día siguiente, como is alumnos no sabían hacer un examen les pedí que lo hicieran. En la Escola da Ponte hacíamos lo que dice la ley: evaluación formativa, continua y sistemática. Les mostré un examen y fue muy gracioso. Había que hacerlo en 50 minutos y cuando me preguntaron por qué les contesté que no sabía. Después me preguntaron si terminaban antes de 50 minutos se podían ir, les dije que no. Todo era muy rebuscado. Me llamaron: ´Este texto es de Sophia de Mello Breyner, Cavaleiro da Dinamarca, ¿no?’ Ellos no tenían manuales, leían obras de autor completas. ‘Esta pregunta, qué es lo que el caballero vio a lo lejos… No voy a copiar todo el párrafo, no? Mejor hago una marca y el profesor lee directo del texto.’ El alumno tenía razón. Pero le expliqué qué era una transcripción, una pregunta abierta, una pregunta cerrada… Empezaron a responder y yo me quedé en la sala, pero me echaron. Y ahí un alumno contó que en su antigua escuela el profesor debía quedarse para que no se copiaran. Y otro preguntó: ¿qué es copiarse? Ahí caí. Me quedé duro. Estaba por reaccionar bajo el supuesto de que los alumnos son deshonestos y los míos ni sabían lo que era copiarse. Estaba por transmitir valores equivocados, la mentira, la desconfianza, la corrupción. Tenemos que darnos cuenta que nuestros valores son reproducidos socialmente, y la escuela es un elemento de reproducción social, cuando debería ser un instrumento de producción de conocimiento. No tengo soluciones, no quiero convencer a nadie. Pero quiero que piensen y que no tengan miedo de hablar. Sé que hay muchos obstáculos y que la mayor es mi cultura profesional de profesor. Fui preparado para dar clase.
-Pero es comprensible que un profesor que aprendió eso haga eso. Si le pregunto cómo se transmite el conocimiento, me va a responder que dando clase, ¿no?
-Yo respeto esa respuesta, lo que no respeto es el obsceno silencio de las Ciencias de la Educación. Cuando fui a estudiar Ciencias de la Educación levaba 20 años en la Escola da Ponte. Entendí que la formación inicial estaba mal. Mis compañeros de entonces hoy son todos profesores universitarios que dan clase sobre el paradigma de la educación, escriben libros sobre eso, pero dan clases centradas en el profesor. ¿Qué queda? La clase. La formación es isomórfica: la forma en que el profesor aprende es la forma en que el profesor enseña. En la formación la mayoría d elos profesores dicen que el centro debe ser el alumno, pero no lo hacen así cuando dan clase. ¿No es esquizofrénico? Cuando veo que la flexibilidad curricular es entendida como ampliar una disciplina, juntar el primer y el segundo ciclo o poner una hora más o menos de Matemática… No es eso. Gestión flexible es una nueva construcción social de la educación. Me espanta la quietud. Lo que hacen son sólo paliativos.
-Entonces, ¿qué se necesita hacer? ¿Repensar los cursos de formación de profesores? ¿Dejar de dar clases a los profesores?
-También enseñé en un profesorado y cuando llegué pregunté a mis alumnos, que estaban al final de la carrera, qué querían saber. Me respondieron que la cosa no era así, que el profesor entraba, proyectaba unas filminas e iba leyendo lo que decían. Les pregunté por qué no leían en sus casas, no sabían. N había un propósito, no había nada. El trabajo final era escribir lo que decían Piaget y Vygotsky. Eso no era producir conocimiento, era copia, no sirve para nada. Cuando llegasen a un aula Piaget y Vitgotsky no iban a estar ahí con ellos. Se iban a tener que entregar a sus vivencias. Hicieron doce años de escuela, 12 años escuchando clases y después cuatro años más de clases de alguien que les dice que el centro debe ser el alumno.
-¿Cómo es que alguien formado así puede llegar al aula y hacer algo diferente? ¿Necesitamos cambiar todo?
-No tengo soluciones, tengo una praxis y más de 40 libros publicados traducidos a 10 idiomas, sin derechos de autor. Escribí un libro sobre innovación. Ahora todo es innovación: se apropian del término y hacen proyectitos para decorar la escuela como un árbol de navidad. La formación no puede ser considerar que el otro es un objeto a quien le voy a dar conocimiento.El profesor no es objeto, es sujeto de autoformación. En su formación inicial se les da pilas de teoría o didácticas. La didáctica es inútil. Dar clase no enseña nada. Lo que el profesor tiene que hacer es hacerse consciente de sus dificultades: no hay dificultades de aprendizaje, hay dificultades de enseñanza. No hay alumnos con necesidades educativas especiales, hay profesores con necesidades educativas especiales. No hay alumnos deficientes, hay prácticas deficientes.
-¿El profesor tiene que hacer su propio camino como el alumno, individual?
-Con otros. Nadie aprende solo. Esa es la gran panacea de moda: las computadoras, las plataformas donde los alumnos va a consumir el curriculum. El curriculum no es para consumir, es para producir. Eso es lo que va a sustituir al profesor. Estamos en el tiempo de la inteligencia artificial, la globalización exquisita, la robótica y el WI-FI universal, la Internet de las cosas…
-¿Los alumnos pueden aprender con la computadora y olvidar al profesor?
-No. Las escuelas a las que acompaño todas trabajan con computadoras. Pero también con libros, con personas, con la naturaleza; investigan en todos lados.
-¿Usan Internet como una enciclopedia gigantesca?
-La usan como fuente de información, saben investigar. Y para comunicarse con otros que están por hacer los mismos proyectos.
-¿Y el pofesor?
-El profesor es una persona que ayuda al alumno a autonomizarse, puede ser un mentor. Todavía no sé como llamarlo, estoy buscando un término. No es coaching, no es orientador, no es tutor… diría que es un designer educativo. El profesor ayuda a otro, de 0 a 99 años, 365 días del año, a construir proyectos de vida. Le voy contar cómo me desperté, me di cuenta. Un día un niño levantó la mano y dijo que tenía una duda. Estaba por estudiar cómo se producía la seda y tenía que estudiar al gusano de seda. ¿Y cuál era la duda? En un libro había leído que el ser vivo es aquel que nace, crece, se reproduce y se muere. Me puse contento, ella había aprendido eso sin que yo se lo enseñara. Insistí: ´entonces, ¿cuál es tu duda?´´Es que no estoy de acuerdo´. Válgame Dios, pensé. ´Piense un poco, si un ser vivo nace, crece, se reproduce y muere, entonces yo no soy un ser vivo, porque todavía no me reproduje ni me morí’. ¿Cómo es que no había pensado eso? Con un profesor de Ciencias construimos un proyecto y yo, un adulto de 29 años en ese entonces, aprendí que un ser vivo no es tal como el que describen los libros. Todos los días aprendía con esos chicos. Aprendíamos en la relación, en la intersubjetividad. Fue ahí que comencé a dudar de que el centro fuera el alumno, el no iluminado alumno.
-¿Fue ahí que llegó el paradigma de la comunicación?
-Un poco, fue cuando empecé a leer autores brasileños. Percibí que quien primero habló de comunidades de aprendizaje fue Lauro de Oliveira Lima, del que nadie habla, que en 1966 escribió un libro llamado “Escuela de comunidad”, donde hablaba del ocio creativo. ¿Quién habla de él? Henry Giroux, de la sociología de la Educación, que a su vez fue compañero de Paulo Freire, y que dijo que aprendemos unos con otros. Empecé a relacionar todo… Después leí a Seymour Papert… Me adentré en el dominio de las nuevas tecnologías y a percibir aquello que las escuelas estaban por hacer: crear basura digital y hacer de la computadora un altar donde el alumno está preso, un avatar en la pantalla, un solitario.
-¿La niñera electrónica?
-Hoy ya no se necesita el chupete, cuando el niño llora se le da una consola de juegos. Cuando le tenemos que dar autonomía moral, intelectual. Que perciba que su libertad no termina donde empieza la del otro, sino que empieza donde empieza la libertad del otro. Si el otro no es feliz, él no tiene derecho a ser feliz. El existe porque el otro existe. Hoy trabajo donde trabajó el maestro Agostinho da Silva, en la Universidad de Brasilia, y no puedo hablar mucho porque me conmuevo. Era un ser extraordinario y fuera de su tiempo. Decía lo que yo digo hoy. Yo no inventé nada, todo estaba inventado. Era un iluminado y cuando lo leo me siento un pretensioso. Decía y hacía. Decía que la vida debe ser gratuita, que la tarea del hombre es crear, no trabajar. Hoy diría co-criar. Hablaba del nuevo papel de la Universidad. Me asombra que mis colegas de Ciencias de la Comunicación que permitan la farsa de la flexibilidad curricular. Que fue uno de los cambios legislativos del actual gobierno. A pesar de estar publicado un decreto ley de la Flexibilidad y Autonomía Curricular, no siempre las escuelas usan ese instrumento.
Tengo gratitud por João Costa, secretário de Estado de Educación. Por primera vez admiro un gobernante, aunque suene chupamedias y adulador. Creó por primera vez legislación que permite que una nueva construcción social suceda, que no puede ser tergiversada ni reglamentada de forma que haga volver todo para atrás. La ley 181/2019 es una preciosidad de norma, y define los términos y condiciones de la libertad curricular. Da para hacer de todo. No puedo contener la emoción porque siento que tenemos una última oportunidad. Espero que llegue a Ministro, me imagino las dificultades por las que tuvo que pasar. Estuvo en el Consejo Nacional de Educación cuando se hizo la reorganización curricular, y que el juego político entre bastidores arruinó todo. Cuando decían que tenía que haber dos horas semanales de Ciudadanía yo preguntaba: durante sólo dos horas el alumno es ciudadano? Después decía que había que poner una clase de proyecto. Pero los proyectos no so todos los días? Cuando se metieron las corporaciones, las asociaciones disciplinarias, los sindicatos, los editores… se arruinó todo. Es difícil lidiar con la política.
-¿Entonces cree que esa legislación es un avance?
-Es la legislación posible. Dice que los criterios de naturaleza científica o pedagógica deben estar por encima de los administrativos. Esto es evidente, está ya en el artículo 48 de la Ley de Bases, pero nunca se hizo. Cortar una hora allí o allá es cosmético, no tiene nada que ver con la 181. Tengo mucho miedo de la interpretación que se haga de la ley.
– Hay escuelas que ya están funcionando diferente. La EB de Várzea de Sintra, por ejemplo, donde no hay grupos ni grados. ¿Ese es un ejemplo de verdadera autonomía?
– Es mi amigo António Quaresma. Un profesor de primer ciclo que con gran diplomacia logró llevar el agua para su molino, sin intentar convencer a nadie. Portugal tiene centenas de profesores como él que tienen que salir del clóset. Es ahora o nunca. Fue la ley 181 que me trajo de vuelta a Portugal. Vuelvo en octubre para ir a trabajar con profesores como él desde las bases de las escuelas, creando núcleos de proyectos. Una escuela no cambia toda al mismo tiempo y no podemos imponer nada a nadie, tenemos que respetar a aquellos que no quieren cambiar. Una creencia no se discute, pero aquellos que quieren tienen ahora la ley 181. ¡Aprovechen! No decoren las escuelas con proyectitos de nuevas tecnologías, de meditación, de huertas… no es así. Son importantes pero no es por ahí. Es una nueva construcción social.
-¿Y cree que eso puede suceder en Portugal?
-Perfectamente, es viable. Para mí es el último esfuerzo, estoy llegando a los 70 y me quiero ir a plantar árboles. Estoy cansado, muy cansado. João Costa me devolvió alguna esperanza. Y profesores como Antonio me dieron un nuevo ánimo, mi cuerpo se resiente. Mientras haya profesores que quieran ser éticos aunque sea dando clases, voy a estar con ellos. Los respeto. Tengo un hijo que da clases, y su escuela va a tener muchos núcleos de proyecto. Estoy orgulloso de él.
– ¿Al comienzo dijo que ahora tenía motivos para volver, es por los cambios legislativos? ¿Las escuelas están diferentes?
-Hice todo lo que pude pero llegó un momento en que pensé que nada iba a cambiar. Me equivoqué y ahora estoy encantado, si no aprovechan esto que ahora es ley, no creo que haya muchas más oportunidades.
-Hoy charlamos si e sposible que una escuela portuguesa funcione con el método Montessori o si la Várzea de Sintra es vista como una gran innovación, pero la Escola da Ponte ya lo hacía en 1976.
-Me divierto mucho cuando veo que en la Asamblea de la República las horas de reunión para ver cuál debe ser el número de alumnos por curso. ¿Todavía hay cursos? Eso es la prehistoria de la educación. Ahora discuten si van a cambiar de trimestres a semestres. Válgame Dios, ¿qué es eso? ¿O bimestre? Aprendemos 365 días, 24 horas por día.
-Porque tenemos que organizarnos de alguna forma, ¿no?
-Administrativamente, pero los criterios tienen que ser de naturaleza científica. Lo que digo es que corremos el riesgo de continuar con panaceas y paliativos. ¿Por qué es que hay ciclos? En la Escola da Ponte pensábamos que no debe haber ni ciclos secundarios, ni primarios, ni superiores.
-¿Y cómo haríamos?
-Enseñando.
-¿Sin semestres ni trimestres?
-¿Por qué existen los trimestres?
-No sé.
-Nadie sabe.
– ¿Pero cómo hacía? El año lectivo tiene que tener un día de inicio y un día final, ¿no?
-¿Quién dijo? ¿Por qué todos deben entrar a la misma hora? Porque les gustan los embotellamientos, ¿no? ¿Por qué todos salen a la misma hora? ¿Por qué existe el recreo? ¿Por qué los baños de los alumnos son separados de los de los profesores?
-¿Porque las escuelas se tienen que organizar de alguna forma y esta es la única que conocemos?
-En casa, ¿hay baños para padres y baños para hijos? Yo hago preguntas que nadie responde. Y cuando las personas que no responden insisten con el absurdo es cuando condenan a mucha gente al abandono intelectual, al analfabetismo, eso es un crimen.
¿Quiere venir a Brasil para que le muestre? De acá a tres años ellos van a demostrar cómo es posible mantener abierta una escuela 365 días al año. Las escuelas son personas.
-No hay dudas de que aprendemos en todos lados, pero no tener hora de entrada ni salida…
-No es necesario.
-Pero déjeme terminar. Tenemos que saber, o por lo menos los gobiernos tienen que pensar en eso, si hay presupuesto para pagar eso.
-Tienen presupuesto, con seguridad.
-¿Cómo se pagan los equipos que garantizan las puertas abiertas todo el año?
-No es más caro, y se toman vacaciones cuando quieran. La pregunta es: ¿la iglesia cierra sus puertas?
-Diría que no.
-Entonces, una entidad que se ocupa de la salud espiritual no cierra nunca. Un hospital tampoco. Si esas instituciones que se ocupan de la salud espiritual y de la salud física no se toman vacaciones, será que la inteligencia deja de funcionar en junio y vuelve a funcionar en septiembre? No se aprende nada en dos meses?
-Si esa idea prosperara, no podríamos tener una escuela que enseñara a todos como si fuesen uno.
-Claro que no. Eso es imposible. Fue lo que dijo Comenius en el siglo XVII, un monje que no sabía nada de educación pero que proclamó que era posible enseñar a todos como a uno solo y la revolución industrial del siglo XIX usó eso en Prusia, en Inglaterra. Pero estamos en el siglo XXI, no sé si se dieron cuenta… Como acostumbro decir, tenemos alumnos del siglo XXI, profesores del siglo XX que trabajan como en el siglo XIX. Es un escándalo.
-En este su libro más reciente recuerda que la arquitectura de las escuelas imita a la prisión, con sus patios interiores y muros altos.
-Lo es. Sueltan a los prisioneros en intervalos para que descargue energía. Tienen las celdas de aulas, como en los conventos de Francia, tienen la disciplina, la jerarquía… ¿será que las personas son ciegas? ¿Será que los que estudiaron Sociología de la Educación no leyeron a Pierre Bourdieu? Válgame Dios. Estudiaron en clase, respondieron exámenes pero se olvidaron. Porque no aprendieron. Y continúan, ya como profesores universitarios, enseñando lo que no aprendieron para que sus alumnos, que tampoco van a aprender, lo escriban en sus exámenes, aprueben, tengan un diploma y sean profesores.
-¿Un círculo vicioso?
-Exacto. Eso es lo que no perdono, que perpetúen esa farsa. Es necesario que aprovechen la legislación, el decreto ley 54 (educación inclusiva), el decreto ley 55 (autonomía y flexibilidad curricular), la ordenanza 181, para hacer lo que es necesario: crear una nueva construcción social de educación. ¿Por qué es que la educación familiar no está ligada a la educación escolar? ¿Y social? ¿A los dos años el niño va al jardín y la abuela se queda a vegetar frente a la televisión? ¿Por qué se rompe este vínculo generacional? Piense un poco profesor, me dijo un chico. Tenemos una cabeza para pensar y un corazón para sentir. Es preciso que el sentimiento sea coherente con la palabra. Y que la palabra sea coherente con la acción. No soy un moralista, un ético, intento serlo todos los días. Cada día pongo en duda mis creencias y mis verdades. Un educador es un ser incompleto, que tienen que aprender con otros, en la relación, en cualquier lugar.
-¿Existe para usted una escuela perfecta, ideal?
-Hace 47 años estudié dos libros fundamentales para mí: “El Personalismo’, de Emmanuel Mounier, y “Enseñanza Individualizada”, de Robert Dottrens. Después estudié Maria Montessori, Ovide Declory, John Dewey, William Heard Kilpatrick, todo lo que atañe a la metodología del proyecto. Estudié a Steiner y fui miembro del Movimento Escola Moderna, cn mucho orgullo. Sólo que el Movimento Escola Moderna está en la Escola Nova, o sea, el centro es el alumno — pero tampoco porque se continúa dentro del aula de clas— con todo el respeto que tengo por esa gente y ese genial Sérgio Niza, criatura maravillosa con quien aprendí tanto. También aprendí con António Sérgio, Bento Jesus Caraça, Agostinho da Silva, que dicen otra cosa. Después fui para la taxonomia de Bloom, para todo lo que eran nuevas tecnologías. Y toda esa gente que decía que el centro debe ser el alumno. Yo era un indefectible de la Escuela Moderna. El centro es el alumno. No! Y eso me valió un estigma: ahora mis amigos waldorfianos, mis amigos montessorianos, están ofendidos conmigo. Y comprendo.
-¿Por qué están enojados?
-Porque son Montessorianos y no son otra cosa. Son waldorfianos y no son otra cosa. Que yo sepa, son fósiles. Todo lo que Steiner escribió es actual, cierto. Espero que en los próximos 50 años la escuela se recupere del atraso que tiene para convertirse en un locus de aprendizaje, de producción de conocimiento, porque ahora no lo es. Eso va a pasar, ciertamente, ya no en mi época. Hago mi parte e invito a los que saben dar clase: dejen de dar clase. No quiero convencer a nadie, sólo apelar al sentido de responsabilidad que tenemos con los seres humanos.
-Usted acostumbra contar que cuando era más joven le decía que cuando fuera viejo tendría juicio. ¿Qué les diría ahora?
-Es incómodo. Hace más de 40 años que sé que dar clase no vale la pena y decía: compañeros, sé que dar clases no enseña. La respuesta era la misma: es que sos joven, utópico, cuando seas viejo vas a entrar en razón. Hoy en día, en los congresos, pregunto: ‘Colegas, ¿siguen dando clases? En una clase nos e aprende nada’. Nadie me dice que soy joven o utópico por una razón bien simple: probé que dando clases no se aprende y que dejando de dar clase, enseñando a dejar de dar clase, todos aprenden todo. Y respeto el derecho a la educación. O sea, estoy viejo, sigo utópico, porque no sé nada, sé algunas cositas. Pero siguen sin responderme. Y cuando me responden, vuelvo a hacerles tres preguntitas y todo se deshace otra vez. No estoy viejo, tengo edad. Viejo es aquel que deja de hacerse preguntas, dijo Saramago.
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