Acá no hay truco

Por Marianela Casanova (Lala Montessori)

Acá no hay Halloween.
Pero hay mucha infancia y muchas calabazas, tantas que en la escuela-no escuela de Luca y Roma nos piden que las pasemos a buscar para que no se arruinen. También hay mucho naranja: es el color del que se tiñe la sierra entera en la hora mágica, a eso de las seis de la tarde.

Acá no hay dulces.
Pero hay muchas frutas que nacen de semillas que los mismos niños siembran junto a sus madres, que esperan, con mucha paciencia, y riegan, con amor. Esperan que salga la plantita, primero, y luego el árbol. A veces pasan años, y esos niños ya no son los mismos que eran.
Llega un día que las niñas están listas para su primera cosecha y entre canciones suben a los árboles, en los hombros de sus madres, para agarrar la fruta que ya quiere estar en sus manos.
Y finalmente, llega el dulce que hacen en familia con esas frutas, dulces de naranja, de mora, de manzana, de lima, de pera…

Acá no hay disfraces.
Pero cada niño y cada niña se viste como quiere, con ropa que hereda de otros pequeños. Y vestirse como quiere implica, por ejemplo, ir a la escuela- no escuela con guantes, sombrero de lana, polar, un chaleco y arriba un sombrero de vaquero un día de mucho calor. También implica desvestirse si hace mucho calor, como lo hace mi hija cuando sale del río y no quiere
volver a ponerse ropa en la misma escuela-no escuela.

Acá no hay truco.
Pero sí hay esfuerzo, de parte de los adultos y las adultas que decidimos venir a vivir acá. Salir de la zona de confort es muy duro, hay enamoramiento pero también hay crisis al enraizar (como en
la que me encuentro yo ahora). Y no hay distracción cuando hay alguna emoción que queremos tapar, porque duele. No hay truco pero hay magia: es la que vemos en la mirada de nuestro hijo cada día al amanecer frente a la sierra, listo para ir en bici solo a la escuela no-escuela, entre tierra y piedras, con el sol entero en su cara.

Foto de portada: Caranday Comunidad de Aprendizaje

Leer la columna anterior de Marianela Casanova, donde cuenta la mudanza al campo con su familia.

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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