Les clausuraron el espacio de educación viva pero hoy son un jardín maternal oficial: «Queremos mostrar que se puede cambiar desde adentro»

El 2023 empezó con un golpe duro para María Victoria Crespo y Tamara Rodríguez. Casa Mistral, el espacio de educación viva que habían fundado, fue clausurado en la ciudad de Buenos Aires. Como a muchas otras propuestas educativas no convencionales, les costaba enmarcarse en los requisitos de la educación formal y seguir siendo fieles a sus ideales. A veces, porque los lineamientos no coinciden con su proyecto pedagógico, otras veces porque no pueden asumir los costos de las adaptaciones arquitectónicas para ser habilitados.

Suele haber coincidencia sobre las dificultades y trabas que impone un sistema educativo anticuado a estos proyectos (para muestra basta un botón: la pedagogía Montessori, que ya tiene 120 años, aún es resistida por muchas inspecciones del país). A partir de ahí, entonces, se proyectan dos caminos: seguir resistiendo por fuera del radar hasta tanto la normativa cambie, o comenzar a transitar lentamente la vía oficial para ser reconocidos dentro del sistema educativo público, ya sea en la gestión estatal, privada o social (las tres opciones están contempladas en la Ley de Educación Nacional).

Casa Mistral ya no existe, pero ese traspié decidió a sus fundadoras a animarse al camino que aún no habían probado, el de la homologación. Tras un año de obra en la casa que alquilan en Villa Urquiza, en CABA, hoy Taura Casa Viva abrió finalmente sus puertas como escuela infantil oficial para menores de 3 años. Hablé con ellas para conocer la magnitud del esfuerzo que hicieron y los detalles que pueden ayudar a otros proyectos.

-A partir de una clausura se dieron cuenta de que podían ser visibles e integrarse al sistema oficial. ¿Me cuentan cómo llegaron a eso?
-Victoria: Casa Mistral duró cuatro años. Había talleres de juego y otras actividades para niños pequeños junto a un espacio disponible de coworking para mamás y papás. Siempre desde la mirada de la educación viva, empezamos a crecer y las familias nos pedían ofrecer un espacio fijo todos los días. Yo soy licenciada en Psicopedagogía y lo había habilitado como consultorio profesional. Hasta que en pleno verano llega una inspección de la Dirección General de Fiscalización y Control que se dedica exclusivamente a instituciones educativas. Le abrimos la puerta y la visita terminó en una intimación a hacer las remodelaciones correspondientes a una escuela infantil. Las reformas que se pedían eran equivalentes al esfuerzo de hacer un jardín, no eran cosas menores como cambiar puertas. Eran cosas que no se podían hacer en esa casa donde estábamos. Tuvimos días para ver dónde estábamos paradas y entendimos que no teníamos más opción que cerrar.
Eso fue en enero del 2023. Yo tenía una beba de 5 meses en ese momento, así que para mí fue como si me pasara un tren por encima. Yo siempre había tenido en la cabeza que en algún momento quería llevarlo a la legalidad, no me siento muy cómoda moviéndome en las sombras.

-¿Cómo se dieron las cosas una vez que decidieron seguir adelante?
-A nosotras particularmente la situación nos sirvió para entender si era posible o no hacer el jardín que nos imaginábamos con el tipo de acompañamiento que queríamos, que dieran los números por la cantidad de niños que creemos que es saludable, la cantidad de guías que necesitábamos para esa cantidad de niños… La experiencia en Casa Mistral nos estaba mostrando eso, pero digamos que el cierre llegó antes de lo que hubiéramos deseado.
Sin embargo, en marzo empezamos a buscar casa. No éramos un espacio particularmente muy silencioso, publicábamos en las redes sociales porque a veces el boca en boca no es suficiente para atraer familias para este tipo de proyectos. Y apareció una casa vieja que necesitaba muchos arreglos. Lo primero que hicimos fue contactarnos con una arquitecta que se dedica a escuelas para que la viera y nos dijera si era posible. Tiene que estar en las condiciones que figuran en el plano; la zonificación no fue un problema porque en CABA se pueden habilitar escuelas y jardines en prácticamente cualquier lugar. Por el otro lado, estaba hablar con el dueño y que acuerde con las reformas.
Tamara: Creo que lo que nos dio impulso fue la experiencia de haber trabajado juntas estos años en Mistral. Nos dio mucha plenitud a nosotras acompañar como guías y como profesionales los niños y a sus familias. La respuesta fue muy linda, entonces para nosotras fue un duelo enorme, sumado al shock para los nenes y las familias.
Y, a su vez, las dos nos sentíamos un poco incómodas: nos preguntábamos por qué no estaba legitimado esto tan lindo que pasa acá y de lo que estamos tan seguras, con tantos fundamentos y formación detrás. Eso fue un motor también, proponernos ser pioneras y mostrar que se puede hacer educación infantil de esta manera, con el sustento y la práctica real de la educación viva.
Pensamos ahora que el organismo de control y su límite nos da estabilidad en algún punto y nos permite visibilizar lo que hacemos sin ese temor permanente.
Victoria: También nos tiramos a la pileta con al alquiler, porque pensamos qué pasaría si después de encarar todo el gobierno decía que no. Probablemente íbamos a surfear entre lo que ellos permiten y lo que nosotros queríamos hacer y encontrar un híbrido. Pero antes de eso decidimos ir por todo primero y después ver si había que retroceder.

-¿Pueden describir la inversión que tuvieron que hacer?
-Fue una obra muy grande, porque no solamente la casa estaba muy vieja, sino porque además lo que exige un jardín es mucho. Baño para personas con discapacidad, medidas específicas, circulación, ausencia de desniveles, rampas, coeficiente de iluminación, bacha de lavar dentro de la sala, puertas que se abren hacia afuera, vidrios laminados, por ejemplo. Así que fue cambiar caños, pisos, ventanas.
El proceso de la remodelación fue arduo porque había que mirar los planos y tener la aprobación de cada paso.

Burocracia

-En el camino de la habilitación, lo primero que se hace es habilitar el espacio como escuela segura, sin eso la Dirección General de Escuelas Privadas no avanza. Esa es la parte más grande, seguridad e higiene. Estuvieron horas tomando todas las medidas, mirando hasta las cerraduras. Nos dijeron un par de observaciones que eran sencillas de resolver. El problema son los tiempos internos de ellos, porque el expediente pasa de uno a otro. Y si hay alguien de vacaciones, nadie toca ese expediente. A fuerza de insistir y ser muy pesada, en algún momento sale. A eso hay que agregar la validación de nuestros títulos profesionales.

-¿Cómo fue la parte educativa, de adecuarse a la normativa de un jardín maternal?
-Los trámites de la habilitación son muchísimos y largos. Más de los que nos imaginábamos. Empezamos en Junio cuando firmamos contrato de alquiler y nos dijeron que estábamos muy jugadas para poder empezar en 2024, y la verdad es que llegamos justo. Salió porque empujamos muchísimo dentro de la dirección general de escuelas privadas para que nos dieran el permiso para abrir en Marzo. Nosotras decidimos no contratar un gestor, hicimos todo nosotras. En la ciudad también lidiamos con el área de conservación de la fachada. Más Defensa Civil, son muchos organismos involucrados.
En la ciudad, la habilitación de un jardín maternal la hace el Registro de Instituciones Educativas Asistenciales (RIEA). Nunca habían escuchado sobre la educación viva, así que les explicamos el proyecto, sus fundamentos y les dimos algunos ejemplos mínimos para que entendieran. Que quizás no hay un momento específico del desayuno, sino que cada niño puede comer cuando tenga hambre. Nos dijeron que hagamos una presentación de esos fundamentos teóricos y les enviemos el proyecto educativo. Por supuesto que no estábamos proponiendo nada absurdo, por ejemplo, que nuestro proyecto requiere que haya más adultos de los que habría en un jardín tradicional, donde quizás hay una docente con 13 o 14 niños. Lo presentamos y teníamos dudas sobre cuál sería la devolución, pero la verdad es que lo aprobaron tal como estaba. Fue un gran alivio, porque escribimos todo realmente como queremos funcionar.
Es que los tres ejes que abarcan nuestro proyecto están un poco ligados a lo que propone el diseño curricular para esa franja de edad en las escuelas infantiles asistenciales, como se llama ahora al jardín maternal en CABA. No hay nada que se contraponga mucho a lo que proponen estos diseños, por lo menos en esta etapa evolutiva, por eso creemos que quizás por eso se hizo un poquito más sencilla la aprobación del proyecto.
De hecho, cuando teníamos Casa Mistral hacíamos planificaciones, proyecciones de algunas actividades o propuestas que tenían diferentes estructuras pedagógicas. Podían ser talleres, alguna secuencia de actividad, una actividad suelta de algún tema particular porque nació de un interés específico. Las estructuras pedagógicas iban variando, sin embargo, eso que nosotros observamos del grupo o de algo individual era pensado y puesto en marcha; eso estaba ya funcionando desde la Coordinación Pedagógica de Casa Mistral. Así que fue trasladar esa forma de trabajo a algo más formal, presentarlo en formato de planificación y evaluación con una carpeta didáctica para cada sala, que es lo que mira la supervisora.
Usamos el diseño curricular para armar contenido, pero no es lo único que usamos. Y así lo hablamos con las guías, que usan algún objetivo del diseño en las actividades que organizan. Me acuerdo que cuando empezamos nos dijeron en el RIEA que en algún momento también llegaron acá las escuelas Montessori y se hicieron lugar presentando sus fundamentos. «Si ustedes traen una pedagogía que tiene fundamento, nosotros la vamos a alojar», nos dijeron. Sentimos apertura; admitieron que nunca habían escuchado sobre educación viva pero se comprometieron a buscar y leer.

Figura legal

-Mientras tanto hacíamos toda la parte legal. Elegimos una sociedad unipersonal. Con respecto a la parte contable, la Dirección General de Escuelas Privadas pide un cash flow de los próximos tres años certificado por el Consejo de Ciencias Económicas y escribano. Imaginate en este país donde es difícil proyectar la cuota del mes siguiente. Aunque no tengas gestor, necesitás profesionales para firmar los trámites: contadores, escribanos, arquitectos, abogados.
A eso le sumamos el cambio de gobierno. El que tenía firma ya no tiene, y hasta que le habilitan al nuevo, pasa otro mes. Y el parate de diciembre y el verano, cuando nadie podía tomar decisiones. No sabíamos si íbamos a juntar tres familias, y resultó que hoy tenemos 25 niños y niñas. La propia supervisora que vino a comienzo del año se sorprendió con la matrícula para algo que recién abre. Pero lo cierto es que no hay muchas alternativas y saben que hay demanda.

-En paralelo, me imagino, estaban las nuevas familias ¿Y las/los docentes?
-Sí, teníamos que armar una nueva comunidad en un barrio nuevo. Buscando equipo docente de nivel Inicial, que es un requisito, pero que antes para nosotros no era una limitante. Ahora el desafío era encontrar personas que además de haber estudiado docencia hubieran elegido también un camino de formación profesional alternativa. A nosotras siempre nos interesó que la persona tuviera cuestionamientos sobre la docencia y autoconocimiento, así que quizás este requisito nos parecía un poco contradictorio.
Tamara: Tengo una dualidad de sentimientos, porque a mí la docencia convencional me expulsó. Yo soy docente hace 18 años y trabajé en escuelas públicas, mis cargos fijos siempre fueron en áreas con un fuerte componente social. El desafío era encontrar un equipo que pudiera sostener lo que veníamos haciendo, acompañar infancias y sus familias con la mirada de la educación viva, que contempla el proceso individual de cada niño.

-En definitiva, ¿cómo evalúan el trabajo de Inspección y Supervisión?
-Por suerte nos tocó una persona cálida y amorosa, que nos animó a preguntarle todo 400 veces porque entendió que no venimos de la gestión del Estado. La última vez que vino, cuando la acompañé a la puerta nos felicitó porque conocía pocos jardines donde se sintiera un clima tan agradable.
Creo que algunas personas conectan con estos proyectos por una cuestión personal, pero no veo aún que lo hagan desde el punto de vista profesional, desde su formación docente. Empiezan a escuchar y a conocer que hay espacios así, pero no lo conectan inmediatamente con una forma genuina y sana de acompañar infancias.
Se sorprendieron sobre todo porque vinieron en pleno proceso de inicio y vinculación. Que en general está muy pautado y se aleja de las necesidades auténticas de niños y niñas para contemplar más bien las de los adultos.
Eso está específicamente en nuestro proyecto, porque para nosotros ese momento no tienen un inicio ni un fin, no está planificado porque tiene que ver con acompañar el ritmo individual de cada niño y respetarlo. Es muy importante este proceso porque es el que funda nuestro vínculo con las infancias.

-¿Las familias las buscan por esos lineamientos o más bien llegan sin saber?
-La gran mayoría viene de criar de forma respetuosa, que es una forma de llamarlo. Para otras es la primera experiencia de educación viva. Por eso la comunicación para nosotras es muy importante, especialmente en esa primera entrevista donde vienen a conocer el proyecto. Es muy minucioso el acompañamiento y nos los hacen saber. La idea es transitar este período con calma, no hay apuro, y cada niño tiene un seguimiento particular. Hay diferentes horarios, y eso ya es una carga extra de trabajo, pero lo hacemos. Contemplamos si durmió bien, si si está pasando una situación, si volvió de viaje.
Eso es lo que vio la inspectora: algo armonioso, lógicamente ajustado a un panorama de niños explorando y encontrándose con otros.
Muchos encuentran coherencia entre lo que vienen haciendo y lo que propone nuestro proyecto. Se cuestionan, se corren de algunos mandatos que ya no les cierran. No hay un modelo a seguir desde la educación viva, no hay una metodología, por eso trabajamos mucho la confianza con ellos. La visión sistémica también nos ayudó mucho en nuestra formación.

-¿Piensan crecer con salas de 4 y 5?
-No lo descartamos, pero por ahora estamos viendo cómo funciona esto de llevar todo lo burocrático, que ahora ya es parte de nuestra vida. Pero no nos parece imposible armar un proyecto que nos permita seguir creciendo

-En conclusión, ¿cómo queda la balanza entre lo positivo y el esfuerzo?
-Creemos que es posible, aunque no es muy sencillo. La situación está difícil, ¡pero siempre está difícil en este país! Hay que pensar muy bien la zona, porque estos espacios terminan siendo costosos, sobre todo por la cantidad y calidad de los docentes. Se requiere mucho compromiso, mucha comunicación, mucha observación, mucha reunión de equipo.
No va a devolvernos la inversión todavía, pero si nosotros podemos hacerlo funcionar a doble turno, creemos que puede volver en un plazo aceptable.

-¿Qué rol cumplió para este paso la red que vienen formando los espacios de educación alternativa?
-Para esto específicamente nos apoyamos más en jardines tradicionales que en los espacios de la red, que tienen menos experiencia en esta parte legal. Sí fue importante cuando abrí Casa Mistral en el 2019, porque yo venía del mundo empresarial, no del mundo educativo, y me apoyé mucho Luli y Ana. Ellas fueron un pilar grande.
La conclusión es que hace falta desarrollar un poco más esta pata de la formalización en las redes de Educación Alternativa. Me parece que está bueno ver que no es imposible. Porque el consejo suele ser de no meterse ahí porque es muy difícil. Las propias autoridades nos lo advirtieron.
Es que realmente es una locura, está mal armado el procedimiento para la época en que vivimos, el proceso termina dependiendo de la voluntad de muchas personas. Pero se aprende, intentando no perder la esencia. Así se empieza a ver que el sistema también se puede cambiar desde adentro

Ficha técnica Taura Casa Viva:
Taura Casa Viva es un Jardín maternal de Educación viva para niñxs de 1 a 3 años.
Turno mañana: de 9 a 12:15
Turno tarde: de 13 a 16:15
Talleres de juego dos veces por semana: de 16:30 a 18
Tamborini 4530, Villa Urquiza, CABA.
Web: https://linktr.ee/taura.casaviva
Correo: taura.casaviva@gmail.com
WhatsApp: +54 9 11 5812-8184

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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