Viajan hace 21 años y educan a su hija de 15 con homeschooling y en escuelas: combinan flexibilidad con rutina

Hace 21 años que la pareja argentina de Patricia y Germán viaja por América. Se les sumó Inti, que nació en medio de su sueño nómade. Una odisea así parece, por sí sola, un proyecto educativo: basta recorrer su blog para maravillarse. Sin embargo, me contacté con ellos para hablar específicamente sobre educación. Quería saber si tienen rutinas específicas o escolares «de aprendizaje» y cómo evalúan el impacto que esta inusual forma de educar ha tenido en su hija hasta ahora.

Patricia es maestra, y muchos de los lugares que eligen para estacionar su casa rodante son escuelas del continente, donde Inti convive con otros chicos y ellos ofrecen talleres. Hace un tiempo ya que están instalados en México.

«Hace 32 años este viaje era solo un sueño de doce meses. Dejamos nuestros trabajos, él en una multinacional, yo como maestra, y el 10 de marzo del año 2003 dimos el primer paso con más preguntas que respuestas. Veinte años después nuestros trabajos se convirtieron en trazar mapas, contar en palabras y fotos lo que vemos. Los pueblos y sus escuelas se convirtieron en nuestras paradas favoritas porque ahí, en sus aulas colmadas de alumnos y sueños este camino cobra aún más sentido y nos volvemos a llenar de energía para seguir»

-Inti nació durante el viaje. ¿A qué edad empezaron a pensar en su educación?
-Siempre hemos pensado en su educación. Estábamos convencidos de que el viaje le daría una visión integral del mundo, más allá de su edad. En cada etapa de su crecimiento, los estímulos del viaje, el contacto con la naturaleza y las personas fueron fundamentales.
Cuando Inti nació, comenzamos con la adaptación del autobús. Antes viajábamos en una camioneta muy pequeña, y decidimos venderla para mudarnos a un vehículo más amplio y con más comodidades. Durante este tiempo, a los 18 meses, la enviamos a un jardín maternal dos veces por semana. Comenzó a hablar en inglés al mismo tiempo que en castellano.
Cuando cumplió seis años, empezó un sistema de educación a distancia. Asistió físicamente a distintos establecimientos en paradas que fuimos haciendo, para que pudiera experimentar con otros niños y diferentes sistemas educativos.
Durante su vida, ha asistido a escuelas Montessori y a escuelas públicas. Durante la pandemia, fue a una escuela autogestionada por padres y un grupo de profesores en un establo, que estaban preocupados por la modalidad de clases virtuales implementada en ese tiempo. Aunque su educación ha sido en gran parte a distancia y en el autobús donde vivimos, la escuela no es un ambiente desconocido para ella. Además, por nuestro trabajo como conferencistas y talleristas, ha tenido y tiene la oportunidad de conocer escuelas de todo tipo, desde universidades hasta escuelas remotas con albergues para niños de las montañas.

-¿Consideraron detener o pausar el viaje para que ella fuera a la escuela?
-Nunca hemos considerado detener el viaje por su educación. Sin embargo, estamos contemplando establecernos en un lugar en un futuro cercano para que pueda generar vínculos más duraderos con otros y seguir con el próximo proyecto relacionado con este viaje.
Actualmente está cursando noveno grado de high school en la modalidad de homeschooling. Este programa es completamente en inglés y le permite acceder a una educación universitaria en cualquier país que elija. Paralelamente, sigue el programa a distancia de Argentina.
Cuando estuvimos hace poco en Argentina después de muchos años de no ver a la familia y amigos, Inti se incorporó durante dos meses a la Escuela Normal Rafael Obligado en San Nicolás.

-¿Le dedican una rutina diaria al aprendizaje formal?
-La rutina es fundamental para seguir un programa de educación a distancia o de homeschooling. Porque aunque ofrecen la gran ventaja de la flexibilidad horaria y la posibilidad de avanzar a un ritmo personalizado, es crucial establecer horarios fijos para mantener una estructura y disciplina en el aprendizaje.
En el sistema de homeschooling, la flexibilidad permite adaptar el horario a las necesidades y preferencias del estudiante, lo que puede mejorar la motivación y el rendimiento. Sin embargo, esta flexibilidad no significa ausencia de estructura. Es esencial crear una rutina diaria que incluya tiempos dedicados a diferentes materias, descansos y actividades extracurriculares.
Establecer horarios fijos ayuda a desarrollar hábitos de estudio, facilita la organización del tiempo y asegura que se cubran todos los contenidos curriculares necesarios. Además, una rutina bien definida puede reducir el estrés y la incertidumbre tanto para el estudiante como para los padres, proporcionando un entorno de aprendizaje más estable y predecible.
En nuestro caso, como seguimos dos programas, se requiere una planificación cuidadosa para equilibrar ambos sistemas educativos y asegurarnos de que Inti reciba una educación completa y coherente. Dedicamos tiempo cada día a las asignaturas clave y nos aseguramos de que tenga oportunidades para interactuar con otros niños, ya sea a través de actividades online o durante nuestras paradas en el viaje.

-¿Qué observan acerca de la forma en que ella aprende, en relación a niños escolarizados o incluso la manera en que ustedes aprendieron de chicos?
-Creo que una de las grandes ventajas de estos tiempos es la tecnología, que permite acceder a sistemas educativos aunque estén del otro lado del mundo. Si aprovechamos esta herramienta, no hay límites para aprender.
Eso sí, con los pies en la tierra, siendo empáticos con el mundo que nos rodea. Inti ha tenido la oportunidad de conocer otras realidades, lo que ha agudizado su sentido de análisis y también su capacidad para actuar en favor del cambio.
Una de las principales críticas constructivas que tengo sobre la educación que recibí es justamente eso: desconocíamos las realidades de otros países. No me refiero a recitar de memoria los ríos y geografías de otros lugares, sino a comprender lo que atraviesan otros países en términos de humanidad, migraciones, derechos, problemas ambientales y políticos. O simplemente: ¿a qué juegan o cómo se visten los niños en otras latitudes? ¿Qué comen y por qué?
Inti ha podido experimentar todo esto de primera mano, lo que le ha proporcionado una perspectiva más amplia y una comprensión más profunda del mundo. Esto es algo que difícilmente se puede obtener en un entorno escolar tradicional. Además, su educación ha sido muy personalizada y adaptable, lo que le ha permitido explorar sus intereses a fondo y aprender a su propio ritmo.
En contraste, la educación que recibimos de niños era más rígida y menos conectada con el mundo real y sus múltiples facetas.

-Pregunta para Inti: ¿Qué cosas son las que más te gustan hacer o aprender ahora? ¿Te dieron o te dan ganas de probar de ir a la escuela?
-A lo largo de los años, he tenido muchos intereses diferentes. Antes me encantaba coleccionar piedras, andar en skate y pintar mucho. También he sido una gran lectora y rescatista de perros en situación de calle. Diseñaba y vendía stickers con fotos de los perritos que encontraba para recaudar fondos y así comprarles comida o llevarlos al veterinario. Vendía estos stickers en las ferias de libros a las que íbamos. Ahora, disfruto mucho andar a caballo y, en cuanto a las materias del cole, me encantan las ciencias.
Respecto a la escuela, ya he tenido la oportunidad de ir a diferentes tipos de establecimientos. Sin embargo, no es algo que me entusiasme mucho. Prefiero seguir con la educación a distancia porque me permite mantener nuestro estilo de vida y seguir explorando mis intereses de manera flexible.

-¿Qué pueden decirles a quienes sueñan con viajar pero tienen dudas acerca de la educación de sus hijos?
-¡Que lo hagan! Viajar es una experiencia increíblemente enriquecedora, tanto para los adultos como para los niños. Sin embargo, es importante recordar que el simple hecho de viajar no garantiza que nuestros hijos aprendan por sí mismos. Como padres, tenemos la responsabilidad de proporcionarles las herramientas y oportunidades necesarias para que puedan descubrir y aprender del mundo que los rodea.
La educación en un viaje tiene múltiples beneficios. Les ofrece a los niños la posibilidad de conocer diferentes culturas, idiomas y formas de vida de primera mano. Pueden ver y experimentar realidades que no se encuentran en los libros de texto. Esta exposición directa agudiza su sentido de análisis, empatía y comprensión global. Al conocer otras realidades, los niños desarrollan una visión más amplia y crítica del mundo, comprendiendo mejor los desafíos y las oportunidades que existen más allá de su entorno inmediato.
En nuestro caso, hemos visto cómo Inti ha crecido con una comprensión profunda de temas como la migración, los derechos humanos, los problemas ambientales y las diferencias culturales. Estas lecciones no se enseñan fácilmente en un aula tradicional, pero son fundamentales para formar individuos conscientes y comprometidos con el mundo que les rodea. Además, asistir a la escuela más cara tampoco garantiza la mejor educación. Lo esencial es cómo se usan las experiencias y oportunidades para fomentar un aprendizaje significativo respetando los intereses individuales y la integridad de los niños.
La tecnología actual permite acceder a programas de educación a distancia de alta calidad, sin importar en qué parte del mundo se encuentren. Esta flexibilidad es una ventaja enorme, ya que permite combinar la estructura y el rigor académico con la libertad y las experiencias únicas que ofrece el viaje.
Dicho esto, es importante mantener los pies en la tierra y ser empáticos con el mundo que nos rodea. Es fácil caer en la trampa de seguir viendo lo que queremos y lo que nos conviene, incluso mientras viajamos. Por ejemplo, podemos dar la vuelta al mundo y seguir extrañando el asado, criticando un platillo nuevo porque no sabe como el asado que conocemos y nos gusta. La clave está en estar abiertos a nuevas experiencias, probar nuevos alimentos, aprender sobre diferentes costumbres y realmente involucrarse con las comunidades que visitamos.
Viajar con niños y educarlos en el camino requiere planificación y compromiso, pero los beneficios superan con creces los desafíos. Los padres que sueñan con esta vida deben saber que es posible y extremadamente gratificante, tanto para ellos como para sus hijos.

-Supongo que han tenido tiempo de observar la educación de los países que visitan. ¿Pueden sacar alguna conclusión o contarnos alguna observación?
-Voy a hablar de México, el país donde nos encontramos actualmente. Quiero resaltar la descentralización de la Educación Universitaria y los programas que respetan la lengua materna, específicamente en comunidades originarias donde se habla la lengua original. Los libros de texto están impresos respetando esa lengua. Existen «Universidades Indígenas o Interculturales» con carreras específicas que consideran las realidades de la comunidad. Muchas de ellas ofrecen albergues y programas académicos, incluyendo licenciaturas y postgrados que abordan problemáticas y necesidades locales como arte y patrimonio cultural, derecho, ingeniería forestal y salud comunitaria (incluyendo la medicina tradicional de sus ancestros).

Contacto con la familia:
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Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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