Un colegio colombiano organiza la Cumbre Internacional de Educación Alternativa para Marzo de 2025

El Colegio Alborada está en una zona suburbana de Bogotá. Forma parte del variado universo de instituciones privadas en un país donde la sociedad está altamente estratificada y la escuela pública atiende casi exclusivamente a los sectores menos favorecidos. Así me lo explica Lina Idárraga, su directora, que decidió celebrar sus 20 años de trayectoria con un encuentro internacional.

Coincidimos con Lina en que esto que se ha dado en llamar “educación alternativa” no es algo nuevo. “Estamos en un tiempo donde muchas cosas están volviendo al origen, y eso me parece valioso. Pero mucha gente no lo entiende así todavía y hay ignorancia sobre qué ocurre realmente dentro de las escuelas alternativas. Eso hace que sean tan difíciles los caminos para los proyectos como el nuestro. Es por eso que pensamos en hacer un encuentro con educadores y familias de todo el mundo que quieran venir, para mostrar desde adentro lo que hacemos y aprender con los que para nosotros han sido nuestros referentes: la mirada Reggio Emilia, la educación relacional, la educación en la naturaleza y el aprendizaje comunitario”, me cuenta al comienzo de nuestra entrevista.

-¿Cómo son los comienzos de Alborada?
-Iniciamos como prescolar. No nos pensábamos en un comienzo como colegio, pero los papás no fueron llevando. Estuvimos unos 8 años construyendo la propuesta para Primaria, investigando, visitando varios alrededor del mundo. Queríamos ser muy cuidadosos para no pasar de ser un muy buen proyecto en preescolar a un mal proyecto en primaria y bachillerato. Era el gran reto: cómo sostener lo que creemos y poderlo llevar hasta el final sin el miedo de no se va a poder. Hay de por medio muchas cuestiones cuando se tiene este tipo de propuesta diferente a lo convencional.
Para nosotros fue fundamental para construir el proyecto el acompañamiento de Erika Twani, una brasileña radicada en Miami que era una de las directoras de Microsoft Education para Latinoamérica. Es ingeniera en Sistemas, no tenía nada que ver con el campo de la Educación, pero se enamoró de ella y descubrió que ése era el camino que quería seguir. Creó su propia Fundación, y a mí me encantó porque lo que hizo fue ponerle pies a lo que nosotros teníamos en la mente. Porque una cosa es cuando estás en preescolar y otra cosa es cuando ya empiezas a crecer. Nosotros estamos inspirados en Reggio Emilia y somos muy respetuosos de los intereses de los niños, de las maestras, pero entendíamos que necesitábamos una manera de hacer las cosas que fuera sostenible en el tiempo y que pudiera ser para todos. Y eso fue lo que Erika nos aportó: la implementación de una metodología pedagógica que no es nada distinta al método científico, donde los niños aprenden con procesos de investigación en los proyectos que desarrollan. En resumen: nuestra mirada es reggiana y nuestra metodología es “One to one”.
Institucionalmente somos lo que en Estados Unidos llaman micro school, porque estas propuestas no cuesta todavía pensarlas en masa. Somos un proyecto pequeño, que en este momento cuenta con 85 familias, y nuestra meta es llegar a un máximo de 100. Y contamos con la aprobación de la Secretaría de Educación.
Si bien estamos en una casa pequeña ,con árboles, entendemos nuestro espacio como un punto de encuentro para planear el aprendizaje, pero valoramos el campo y la ciudad como escenarios reales para aprender. Entonces, nuestros niños constantemente están caminando, escalando, navegando, yendo a las plazas de mercado, a los museos, a las bibliotecas. Somos un colegio de puertas abiertas.

-¿Cómo se organiza una jornada?
-Somos una comunidad multiedad compuesta por dos escuelas: la escuela curricular y la escuela vocacional. Para nosotros, se complementan, no puede estar lo uno sin lo otro. En la mañana se desarrollan todos los proyectos de investigación y en la tarde se eligen uno entre cinco deportes y una disciplina del arte: teatro, danza, coro, música o artes plásticas. Y las pensamos no tanto como materias electivas de profundización, sino más bien como transversales y como parte de nuestra metodología.

-¿Cuáles son los motivos por los cuales las familias eligen Alborada?
-Van y vienen familias, sobre todo al comienzo, porque la Primaria abrió en 2021, a la salida de la pandemia. Fuimos de los únicos colegios abiertos en ese momento, además éramos pequeñitos y había menos riesgo de contagio. Algunas familais llegaron por eso más que por estar convencidas con la propuesta.
Por eso, hoy somos cada vez más rigurosos con ese proceso de admisión. Respetamos a las familias que eligen deciden una propuesta tradicional, porque además no tenemos nada en contra de la educación convencional. Solo nos parece que algunas prácticas no son pertinentes como para el mundo actual, pero también conservamos otras. No somos flexibles al punto de que no hay límites o los niños no aprenden, contrario a lo que se suele pensar de estas propuestas alternativas. Tenemos muchos acuerdos no negociables.
Es un proyecto súper desafiante tanto para los maestros como para los niños, porque se requiere mucha autonomía. Esa habilidad se desarrolla con el tiempo y a los papás a veces les entran unos afanes porque esperan resultados inmediatos. Y aquí las cosas se dan más despacio porque se dan de base.

-Para el aniversario de 20 años, en vez de relajarse, decidieron organizar un encuentro internacional de educación alternativa. ¿Por qué?
-En primer lugar, yo tengo dos hijas, una ya mayor y otra chiquita que está en Alborada. Como mamá veo unos resultados positivos, maravillosos, y eso quiero compartirlo. Pero también quiero ayudar a despejar una mala comprensión de la educación alternativa, una imagen quizás débil o inexacta. Que creo que tiene que ver un poco con algunas personas que han querido incursionar en el proceso sin tener un total conocimiento, en experiencias constantes de prueba y error, que nos hacen ver como un proceso inexperto sin fundamentos ni base.
También ocurrió que en 2020 comenzó un proceso de ingreso de colegios internacionales, que muchas veces se plantean como negocio solamente. Como educadora de alma y vida es que me parece que se perdió un poco el sentido social de la educación y entramos a ser parte de una industria. Lo entiendo, pero creo que hay que cuidar ese propósito social, porque es la esperanza de los papás, la confianza que depositan en uno es la vida de los niños. Por eso es un proyecto chiquito, a conciencia.
La competencia aumenta y quedamos familias como la nuestra, que es dueña de la organización, con una propuesta para dar lo mejor frente a inversiones extranjeras que vienen con mucho dinero y pueden crear unos colegios hermosos, gigantes, traer profesores bilingües y una cantidad de cosas que a muchas familias encandila. Por eso teníamos miedo por el modelo y escala de negocio, sobre todo saliendo de una pandemia que nos había dejado casi en la ruina. Sin embargo, hemos ido creciendo de a poco y fortaleciéndonos desde nuestra propia fuerza.
Por eso el aniversario es una oportunidad para contarle a las personas que la educación alternativa no es cualquier cosa. Con una agenda para contar a las familias, educadores y directores de proyectos que se acerquen de todo el mundo que esto tiene una manera de hacerse y que no es cualquier manera. Para invitaros a conversar sobre sus visiones y desafíos también.

-¿Creen que lo que hacen es un modelo a seguir?
-Creemos que cada institución debe tener sus propias maneras de hacer las cosas, porque eso depende de tu comunidad, de tu cultura, de muchas cosas. Ninguna institución es igual a otra, pero si hay unas bases prácticas, muy concretas, que pueden ser de gran ayuda para ponerle un poco de pies a la educación alternativa. Porque yo siento que ahí es donde está la falla, en quedarse en un discurso romántico. Y así la gente no entiende cómo es que pasan las cosas, cómo se aprende de otra manera. Yo creo que tenemos la responsabilidad de consolidar unas maneras de hacer las cosas y hacerlas visibles, para que la gente entienda que aquí no estamos haciendo cualquier cosa.

-¿Quiénes van a ser los oradores invitados?
-Quisimos invitar a unas personas específicas, que han sido estratégicas en nuestra historia como colegio. Erika Twani es una de ellas, es Co-Fundadora y Directora Ejecutiva de Learning One to One Foundation. Fomenta el aprendizaje relacional, basado en la neurociencia aplicada, la psicología, la filosofía, la pedagogía y la tecnología. Su filosofía es simplificar conceptos complejos y hacerlos útiles para todos, empezando por los niños. Tiene una mirada importante de la tecnología en estos tiempos que se volvió como un monstruo que todos temen. Ella le da una visión distinta que me parece súper interesante.
Karen Sandoval es la creadora del Seminario Internacional de Educación de la Naturaleza que vendrá a conversar sobre eso desde Chile: es un tema que ha cobrado mucha importancia para nosotros en nuestra última etapa. Otra invitada será Ana Carol Thomé, una brasileña que también trabaja la educación en la naturaleza, especialmente con primera infancia. Y Gabriela Hillar, referente del teatro para bebés especialista argentina en aprendizaje-servicio.
El primer día vamos a hacer observaciones en sala aquí en el colegio para las personas que vienen de afuera, porque uno siempre quiere saber cómo se hace, ¿no? Vamos a dedicar otro día a conocer Bogotá y su cultura y otro iremos a Guatavita, un lugar muy lindo de acá por las afueras, con una historia muy bonita. Para cerrar, luego de los paneles, el último día vamos a conversar sobre los mitos y verdades de la educación alternativa.
Nos encantaría que además de los participantes de otros países se acercaran los locales, de otros colegios de la zona, porque a veces se instala una competencia y creo que nos podríamos unirnos y hacer más cosas juntos.

Más información sobre el Colegio Alborada: https://www.alborada.edu.co/

Más información para participar de la I Cumbre Internacional de Educación Alternativa en Bogotá: https://www.cumbredcol.com/

 

 

 

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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