Mateo Zanón se educó fuera de la escuela desde los 9 años. Hoy tiene 16 y, como parte de los trabajos que presentó para obtener una certificación de estudios, redactó una «bibliografía educativa» donde describe cómo fue su aprendizaje durante estos años. Su mamá, Karina Intellisano, es fundadora de espacios educativos en la zona donde viven, en La Plata, y hoy dirige Casa Aiken (http://www.edukary.com.ar/). Ella y su hijo decidieron compartir con AlterEdu el texto para «seguir generando confianza en las familias acerca de que otras formas de educar son posibles y funcionan».
«Mi nombre es Mateo Zanón, tengo dieciséis años y vivo en Ensenada de Barragán, una ciudad que limita con la capital de la Provincia de Buenos Aires (Argentina). Soy el menor de tres hermanos, lo que creo me ha beneficiado de muchas
maneras, no solo por haber encontrado a mi mamá y a mi papá con más confianza y flexibilidad, sino también porque tengo dos hermanos admirables ―ambos muy inteligentes y graciosos―, que me han enseñado mucho, cada uno desde sus saberes.
Dos cosas que me caracterizan son mi disposición para ayudar y mi sentido del humor. Siempre estoy dispuesto a compartir mis conocimientos y mis recursos. También me gusta hacer chistes, encontrar el lado gracioso de las cosas o simplemente hacer cosas graciosas. De hecho, mucha gente me dice que podría ser comediante, pero yo siempre respondo lo mismo: que aunque soy muy gracioso, también soy tímido y callado con las personas que no conozco. Igualmente, entro rápido en confianza y no me cuesta para nada socializar.
A continuación voy a compartir mi recorrido de aprendizaje, desde mis primeros recuerdos hasta el día de hoy. A diferencia de lo que sucede con la mayoría de las personas, solo una parte de este recorrido aconteció en la escuela tradicional. Empezó a mis dos años en un jardín de infantes estatal y continuó hasta la primera semana de mi cuarto año de primaria, en una escuela privada. No recuerdo destacar en la escuela, aunque sí que me iba muy bien;
hacía lo necesario para aprobar y pasaba de año.
Mi paso por la escuela fue relativamente corto, ya que mi mamá, quien venía profundizando en el aprendizaje libre, fundó un espacio de encuentro para familias que educaban en casa, llamado “Soles del Faro”, al cual me invitó. Durante los últimos meses de tercer grado, iba a la escuela y a Soles, y para cuando comencé cuarto grado, notaba muchas contradicciones entre lo que vivíamos como familia y lo que la escuela me proponía, por lo que, luego de una buena charla con mis padres, decidí, con su total apoyo, dejar la escuela y comenzar a vivir de otra manera mi aprendizaje. Concurría a Soles junto a otros chicos, aunque sabía que donde estuviera estaba aprendiendo. Allí comencé a hacer amigos y a desarrollar infinidad de proyectos de mi interés; algunos individuales y otros compartidos, como por ejemplo, un cortometraje llamado «La locura Interna», en el que junto a ocho amigos trabajamos durante tres años para concretarlo.
A los doce años dejé Soles para incorporarme a otra propuesta del mismo estilo, fundada también por mi mamá, llamada “Tierra Soleada”. Durante estos años, viajamos mucho por nuestro país, incluso también a Uruguay y a Brasil, acompañando a mi mamá a dar sus capacitaciones. Podíamos hacerlo junto con mi papá, que en esos años había decidido trabajar de manera independiente. Fue así que aprendí mucho sobre la geografía, la historia y la cultura de
cada provincia, ciudad o pueblo que visitamos. También practiqué natación ―que comencé por recomendación médica, y luego terminó encantándome―, estudié batería con un profesor particular y, contagiado por el entusiasmo de mi papá, hice el curso de radioaficionado.
A principios de 2018, cuando tenía trece años, fuimos con mi mamá a vivir a San Francisco del Monte de Oro, un pueblo en la provincia de San Luis, Argentina, donde unos amigos tienen una comunidad llamada “Caranday”. Esto significó un gran cambio en mi vida, no solo por el hecho de estar lejos de casa y de mis familiares, sino
también porque de vivir en el medio de la ciudad pasé a vivir en un paraje de setenta habitantes, ubicado a 5 kilómetros del pueblo. Era muy tranquilo, lo cual me permitía ser más autónomo; prácticamente me manejaba solo dentro del paraje y del pueblo. El vivir allí durante un año me dejó muchos aprendizajes, ya que por ejemplo, al ser una
zona rural, la gente acostumbraba cultivar su propio alimento, y la comunidad no era la excepción, por lo que entre todos nos hacíamos cargo de la huerta y los demás quehaceres.
El cierre del año 2018 me encontró nuevamente en casa, participando de Casa Aiken ―un lugar para compartir y aprender en comunidad, que me encanta, y en el que quiero continuar acompañando a los más pequeños― y, entre tantas otras cosas, pensando en mi futuro y en las ganas de ir a la Universidad, por lo que conversé con mis
padres sobre mis inquietudes respecto de las posibilidades de acreditar mis aprendizajes.
Fue así que, luego de muchas averiguaciones para encontrar la mejor opción, en 2019 tuve la oportunidad de inscribirme en una academia extranjera. En nada cambió mi manera de aprender; continúo estudiando y aprendiendo de forma autónoma y en total conexión con mis necesidades e intereses más profundos, porque aquí también importan. Lo que sí cambió es que desarrollando proyectos que me motivan, puedo dar cuenta de mis aprendizajes y obtener la certificación de la secundaria para poder ingresar a la Universidad.
Son muchos los proyectos realizados y muchos los aprendizajes. Por ejemplo, un documental sobre la Radioafición, un podcast sobre Historia japonesa, un editor de texto y uno que aún en día sigue vigente: “Quarantine Graphics”, un servicio de diseño gráfico y edición de videos amateur, que emprendimos junto a mi primo Emmanuel. Este último proyecto nos llevó a investigar más sobre el tema, a hacer cursos sobre diseño gráfico, y me gustó tanto que seguramente mi camino universitario continúe por allí.
Desde que soy pequeño, como todos en casa, tomo mi parte en la dinámica familiar, asumiendo mi responsabilidad en lo que hace al orden, a la limpieza y a las tareas necesarias. Por ejemplo, participo activamente en la organización de las compras mensuales y/o diarias de alimentos, elementos de higiene y limpieza; lavo mi ropa; ordeno mi habitación; arreglo algunas cosas que se rompen, etc. También cocino cuatro veces a la semana; antes lo hacía muy de vez en cuando, y comidas sencillas. Pero esto cambió en 2019 cuando mi mamá y mi papá sugirieron repartir los días para cocinar, y con mis hermanos aceptamos. Gracias a este acuerdo empecé a investigar, a experimentar, a probar recetas nuevas y también a buscar una manera de alimentarnos que fuera cada vez más saludable.
Mis intereses son diversos… Entre otros, tecnología, idiomas, política, economía, problemáticas sociales actuales, vida saludable y varios hobbies. Uno de estos últimos, y de los más grandes que tengo, es la programación; me gusta mucho programar y experimentar. He hecho de todo un poco, desde páginas web hasta un editor de texto, juegos y aplicaciones, entre muchas otras cosas. Gracias a este hobby aprendí bastante Inglés, ya que tanto los lenguajes de programación como su documentación están en ese idioma.
La electrónica es otro de mis hobbies, junto a la mecánica y la carpintería. Los tres me permiten experimentar y crear diversas cosas, como por ejemplo, un torno para madera que hice hace unos años, para el cual tuve que utilizar estas habilidades, pues la base del torno estaba hecha con madera y también llevaba un motor con sus respectivos
circuitos.
Otra cosa que me apasiona en grande es la criptografía y sus aplicaciones. En los últimos dos años me estuve informando mucho sobre el tema y me resultó muyinteresante, por lo que seguí investigando, haciendo cursos y hasta invirtiendo en distintas criptomonedas.
Siguiendo con mis hobbies, es el turno de otros cuatro: la música, la radioafición, los autos y los videojuegos. La música siempre me gustó, y no solo escucharla, sino que he tocado diferentes instrumentos como la batería, el cajón peruano, la melódica y, en la actualidad, estoy estudiando piano. Respecto de la Radioafición, como conté anteriormente, soy radioaficionado y continúo disfrutando de esta apasionante y solidaria actividad. Hoy en día sigo asistiendo al radioclub con mi papá, algunas veces compartiendo mi conocimiento y otras muchas recibiendo, pero siempre aprendiendo.
Otro de mis grandes hobbies, y que también comparto con mi papá, son los autos. Desde que tengo uso de razón me apasionan los autos, y esa pasión me llevó a adentrarme en ese mundo y a jugar juegos relacionados que me sirvieron para entender cosas sobre la conducción. Esto, sumado a las consultas que le hacía a mi papá, me permitió aprender a conducir, sin complicaciones. Cada vez que visitamos algún lugar rural, trato de practicar un poco, ya sea dar vuelta el auto, estacionarlo, o simplemente moverlo unos metros. Ahora estoy muy contento porque ya estoy en condiciones de
pensar en obtener mi licencia de conducir.
Dejé para el final mi hobby más grande, que son los videojuegos. Generalmente disfruto todos los juegos ―especialmente con amigos―, aunque tengo ciertas preferencias. Algunas de mis categorías favoritas son: carreras, estrategia, simulación, aventura, sandbox y construcción. Con los juegos también amplié mis conocimientos de
Inglés, ya que generalmente es el idioma de sus diálogos y textos.
Como expresé anteriormente, uno de los temas que me interesan es la tecnología, ya sea que se trate de teléfonos celulares, computadoras, autos, etc. Leo, investigo y exploro todo el tiempo, por lo que he aprendido mucho, y al saber bastante sobre el tema, mis abuelos, primos, tíos, amigos, o mismo mis padres y hermanos, siempre me preguntan o me piden que les arregle algo o que los oriente en algún procedimiento o compra.
Asimismo, mis experiencias en la utilización de distintas herramientas y los conocimientos adquiridos hacen que me de ideas para encontrar soluciones prácticas a variadas situaciones, desde poner un clavo hasta reparar una bici, una PC o un joystick, formatear una compu ―ya sea en Linux o en Windows― o revisar algunas cosas del auto. Por esto mis familiares y amigos también recurren muchas veces a mí, lo cual me permite seguir ampliando mis experiencias, además de sentirme muy bien por poder ayudarles.
Todo lo que hasta aquí he compartido sintetiza, de alguna manera, mi camino de aprendizaje. Cada vivencia, cada experiencia, cada conocimiento adquirido, son parte de quien soy hoy. Cada persona va dejando su granito de arena para poder construir una mejor versión de mí mismo. Esos granitos de arena son: enseñanzas, entusiasmo, paciencia, preguntas, respuestas, ejemplos y, sobre todo, amor. La manera en la que me acompañaron me dio la posibilidad de conocerme; saber cuales son mis fortalezas y mis debilidades; confiar en mí y en las posibilidades de concretar todo aquello que me proponga. Aprendí a cuidarme y a cuidar, a cooperar, a trabajar en equipo, a tomar decisiones, a elegir, a resolver, a compartir, a respetar y valorar la diversidad, a organizarme y administrar mi tiempo, a gestionar recursos, a reparar y a reutilizar, a escuchar y a expresarme.Con todo esto cuento para comenzar la siguiente etapa, no sin antes agradecer: a mi mamá y a mi papá, quienes me permitieron vivir esta experiencia de aprender en libertad, apoyándome siempre y propiciando mi autonomía; a mis hermanos porque me ayudaron cuando lo necesité; a mis abuelos y abuelas, que aunque tal vez no entendían mucho de qué se trataba mi camino, siempre me cuidaron y apoyaron; a mis primos, con quienes compartí gran parte de esta experiencia e hicieron crecer mi motivación, pues con ellos fue más divertido aún; a Kiro ―ese Caniche Toy que hace doce años llegó a casa y cambió nuestras vidas― por ser un gran amigo y acompañarme durante días y noches de juegos y proyectos; y a todas aquellas personas que he conocido, ya que todas me dejaron algún aprendizaje. Ahora sí, ya estoy listo para seguir mi camino».
Contacto con Mateo y su familia: http://www.edukary.com.ar/
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