Sociedad educadora, autonomía escolar y nueva secundaria en el Día del Maestro

El 11 de Septiembre fui a la presentación del libro de la legisladora Marina Kienast, “Pupitres a medida” (que ya reseñé en esta nota). Pude conversar con el nuevo director nacional de Educación Secundaria, Ariel Rotondo, escuchar al Secretario de Educación de la Nación y al director de la fundación María de Guadalupe, que dirige dos escuelas en Pacheco y Garín reconocidas por su trabajo con la comunidad.
Todos ellos hicieron hincapié en los conceptos centrales del libro: la personalización de la educación para lograr equidad y mejores aprendizajes, vía una mayor autonomía pedagógica y de gestión para las escuelas.

Carlos Torrendell, secretario de Educación de la Nación, se refirió a “una dicotomía falsa entre justicia educativa y libertad de enseñanza o participación en Argentina”. Que, según entiende, encierra una paradoja porque “nunca vamos a tener justicia educativa si no se promueve la libertad de desarrollar todo tipo de experiencias, que son las que enriquecen el bien común educativo de la Nación. Y las que permiten, vía la libertad, que efectivamente haya más y mejor educación para todos”.

“Esa lógica estatista de defender o centralizar para supuestamente lograr igualdad y justicia, lo que produce finalmente, paradoja mediante, es una mayor desigualdad por el ahogo de la sana y verdadera libertad educativa. Y lamentablemente, los datos que recibimos del BID cuando asumimos lo confirman. El primero y más previsible es que, si uno analiza la curva de inversión educativa en relación con otros países, nosotros tenemos resultados de aprendizaje inferiores a los que se correponden con las inversiones. O sea, no solamente no invertimos lo que corresponde, sino que aun lo que invertimos no logra mejorar. Por lo tanto, es un desafío ordenar el financiamiento mejor para lograr que los chicos aprendan. El segundo punto ha estado oculto y es nuestro gran tema de debate que hasta ahora nadie ha puesto en valor, que es que dentro de la educación estatal los chicos que tienen menos recursos reciben cuatro veces menos que los que reciben más. No hace falta ser brillante para percibirlo: cualquiera que recorra la ciudad de Buenos Aires sabe que una escuela estatal que está ubicada en Palermo, Belgrano o Barrio Norte, entre que hay menos chicos que van en esos barrios, tienen sus cartas orgánicas ya estructuradas, sumado a la capacidad de lobby o influencia de las clases medias altas, van a tener más recursos que las de los barrios del sur de la ciudad”.

Así, venimos a descubrir algo obvio: que un sistema estatal de educación, aunque se presente como igualitario en sí mismo, no lo es solo por ser estatal. Con esto no estoy diciendo que estoy en contra de la educación pública, sino que estamos en contra de que se obture la justicia educativa, la libertad de enseñanza y la generación de confianza, que es lo único que logra en cualquier escuela estatal o privada, mediante la efectiva participación de todos, una educación mejor. Es clave que pensemos una política educativa desde la lógica que hemos planteado de una sociedad educadora, con política educativa participativa y federal, de tal manera que potenciamos a todas las personas y a todas las comunidades para multiplicar experiencias positivas de Educación sin limitarlas e integrando lo público y lo privado”.

En alusión al día del maestro, Luis Arocha, director ejecutivo de la Fundación María de Guadalupe celebró “esa faceta educadora que llevamos todos los humanos por ser humanos, educadores y aprendices constantemente”. Las escuelas de la Fundación forman parte del grupo que la legisladora Kienast visitó para proponer un modelo de autonomía escolar y financiación mixta en su libro.

“Lelvamos adelante dos escuelas, una en el barrio Las Tunas de Pacheco y otra en Garín, en contextos sumamente desafiantes. Hace poco obtuvimos una mención del premio mundial T4 en la categoría Colaboración comunitaria, en parte gracias a algunas de las claves que comparte Marina en su libro.

Nos hemos tomado muy en serio lo que tiene que ver con libertad de llevar adelante una política de talento humano, de buscar las mejores personas para hacer crecer la vida de esos niños. También ha sido central la autonomía y capacidad de tomar las riendas sobre la rendición de cuentas y la evaluación para tener una noción de cómo nos está yendo, para después poder contarles a las familias los datos de la escuela.
Tenemos libertad y autonomía escolar para pensar lo que enseñamos, porque si bien hay contenidos nucleares que no son negociables, la vida de los chicos nos dice que hay muchos que tenemos que elegir en contexto. Lo que se enseña, cómo se enseña y quién lo enseña, lo que llamamos el triángulo didáctico, que requiere mucha libertad y responsabilidad.

Sin duda es un tema gigante el del financiamiento, del que habla Marina en el libro también. Nosotros en Guadalupe, más allá de pensar en si financiar la demanda o la oferta y de cómo las escuelas competimos por matrícula, hoy sabemos que con 120.000 pesos por alumno mensuales se puede llevar adelante una jornada completa que logra estos resultados, con una alta satisfacción de las familias y con un clima escolar muy bueno, medido con algunos instrumentos que usamos para eso.

La autonomía que propone Marina nos invita a que cada uno de nosotros en las escuelas pensemos algo que se hace mucho en en las aulas, que es cómo hacer para que una misma cartulina rinda para varias actividades didácticas. Aunque a nivel de sistema no se suele entender así la eficiencia. Por último, su invitación a volver a una lógica de personalización de la enseñanza en Guadalupe tiene que ver con no dar a nadie por perdido, entendiendo que en cada chico hay un proyecto de vida único e irrepetible y un camino a una Argentina distinta», cerró.

Consensuar una nueva secundaria

Conversé con Ariel Rotondo, flamante director de Educación de Nivel Secundario de la Secretaría de Educación Nacional. Desde 2010 es rector del Instituto de Educación Secundaria y Superior 9073 “José Manuel de Estrada” ubicado en Santa Teresa, provincia de Santa Fe, otro de los ejemplos que Kienast menciona en su libro.  Como programador, diseñó un software que revolucionó la organización de la escuela, liberando el tiempo de la burocracia para la pedagogía.

-Venís de liderar una escuela secundaria en Santa Fe, destacada por sus logros. Pero ahora estás en una secretaría sin escuelas. ¿Cuáles son tus nuevos objetivos?
-Voy a juntar las escuelas secundarias del país a través de sus directores, para intentar consensuar y construir entre todos. Veo que hoy hay muy buena predisposición porque hay cierta necesidad. Hay provincias con procesos de mejora iniciados, pero sin nada muy firme como para poder evaluarlo. Y hay otras jurisdicciones en las que se requiere mucho trabajo porque tienen problemas graves, de ausentismo de los chicos y de los docentes. Que han quedado de la época de pandemia, con materias atrasadas, que no terminan, que repiten. Y esa cuestión preocupa realmente.
Asumí en Agosto, pero desde la Secretaría queremos abrir el juego y retomar la experiencia de algunas jurisdicciones, como Río Negro, las escuelas de innovación de Misiones, Córdoba o Mendoza, que ya tienen un recorrido interesante. Así que nuestra idea es socializar esas experiencias con todas las jurisdicciones y tratar de construir un modelo de secundaria, por lo menos consensuado para todo el país, y en lo posible elevarlo al Consejo Federal para que tenga un soporte mucho más firme.
Además, nos proponemos trabajar en algunos puntos que son fundamentales. No podemos seguir trabajando más con un diseño curricular basado en datos, tenemos que cambiarlo a un modelo basado en virtudes, en habilidades. Cambiar el régimen académico, porque los tiempos y los espacios de la escuela ya no funcionan. Luego, trabajar en un modelo de formación docente diferente y focalizar en desarrollar los liderazgos directivos, porque hace falta una formación en mandos medios para que puedan gestionar sus proyectos y sus recursos humanos.
Hoy hay una cuestión no resuelta que es la obligatoriedad, que se agudizó con la pandemia pero viene desde el inicio de la nueva ley que declara la secundaria obligatoria en 2006. Ese nombre se fue subrepticiamente cambiando al de acompañamiento de las trayectorias, pero tenemos que trabajar para que los chicos le encuentren sentido a continuar los estudios. Incorporar fuertemente dentro de los diseños la cuestión de la articulación con el mundo del trabajo, y para eso darle otro formato a la estructura curricular.
Y otra cuestión es la organización de los tiempos y de los espacios de la escuela. Esos cuatro puntos son los que intentaremos ir acordando, viendo las experiencias de otras jurisdicciones, ver lo que está funcionando bien. Construir un modelo totalmente flexible, moderno, que dé respuesta a los problemas de la sociedad.

-¿Lograste todo eso en el colegio Estrada?
-Logramos mucho de eso, aunque existen siempre algunas cuestiones puntuales, pero sí en lo macro, en la forma de manejar los tiempos los espacios, la formación docente y el acompañamiento de las trayectorias. Logramos reestructurar y articular los contenidos de otra manera, lo sistematizamos, lo escribimos, y lo apoyamos con un software que es muy cercano a la realidad de la escuela. No es un programa que está pensado para informar o entregar datos a los ministerios y autoridades, sino que está pensado desde la escuela y para la escuela.
Es un soporte digital en línea que permite agilizar un montón de la tarea de los docentes y de la gestión, lo cual permite que existan otros tiempos en la escuela y otra forma de trabajar los contenidos y la relación con los estudiantes.

-¿Quiénes ves que son más resistentes al cambio?
-Hay de todo, porque en materia educativa el país está desorganizado desde el punto de vista federal y macro. Creo que el principal obstáculo es simplemente procedimental, si se quiere, de las culturas escolares. Hay cierta cultura escolar de la que es muy difícil de despegar a las instituciones especialmente, pero también a las familias.
Estamos en un momento de transición en donde los padres fueron educados en un sistema muy tradicional, con el profesor frente a la clase, el estudiante tomando notas y estudiando y recibiendo un resultado numérico. Hoy hay dos generaciones que conviven en la comunidad educativa, y que lógicamente van a luchar.
¿Nosotros tenemos que pensar en quellos que nos exigen hoy que cambiemos, pero que ellos no se vean afectados, o en aquellos que dentro de pocos años nos van a reclamar por qué no cambiamos a tiempo? Esa dicotomía es la que nosotros tenemos que procesar, y realmente se va a necesitar coraje, tiempo e mucha imaginación para llevar adelante un cambio.

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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