Gabriela Sofía Rossi es arquitecta y Mariela Lara Gabilan es contadora. Hace pocos meses abrieron un espacio de aprendizaje para sus hijos y otras familias en Mar del Plata.
«Yo hice el curso de auxiliar Montessori en FAMM cuando fui mamá por primera vez, y luego Mariela comenzó a plantearse todo cuando fue mamá ella también», me contó Gabriela. «Estudiamos un montón para poder organizar ideas y con la ayuda de Ivana Vallenari el proyecto finalmente se materializó». Ivana es mamá de cinco hijos educados en casa y especialista en marketing educativo.
«Al principio éramos dos mamás que creamos un jardín rodante, que sigue funcionando. Pero quisimos crecer y armar algo para nuestras hijas más grandes. Comenzamos a buscar un lugar para contratar una maestra y así iniciamos en marzo de 2023. Después contactamos a Ivana, que hoy es nuestra coordinadora pedagógica», relatan.
«Comenzamos creando un Proyecto Educativo Institucional e hicimos la adaptación curricular coherente con lo que nosotras deseábamos, además de empezar las capacitaciones de las acompañantes. En Agosto conseguimos la casa e hicimos una obra grande para transformar el espacio. Pensamos mucho el exterior también, dónde colocar cada juego o estructura. Y durante este verano hicimos una colonia para ver cómo funcionaban las cosas».
Las formas
«Para nosotras lo más importante es cuidar cómo nos dirigimos a los niños, los límites, la autonomía, la independencia, los valores, la alimentación. Todo es sumamente importante y estamos en cada detalle del espacio», aseguran.
Actualmente, «Sea roots» es una Fundación y está habilitada por la Municipalidad como Ludoteca. Por el momento reciben niños y niñas desde los 3 hasta los 6 años. Hay 3 acompañantes en horario completo y tres veces por semana se suma una acompañante bilingüe. «Las tres aportan formaciones diferentes: una es maestra de nivel Inicial y guía Montessori de Casa de niños. Otra es maestra de Primaria con formación Waldorf, y el tercero es profesor de Educación Física formado en Educación Viva».
Ellas dos también acompañan el día a día. «Es realmente un sueño hecho realidad», me cuentan, felices.
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