Los “Padres Organizados” en realidad eran madres (y cambiaron la historia de la participación de las familias en la escuela)

La tesis de maestría de María Delfina Campetella analiza el movimiento de familias que en septiembre de 2020 inició un reclamo colectivo por la reapertura de las escuelas. Un hito histórico en la participación pública de las familias en la Educación. “El grupo de familias autoconvocadas se originó y actuó siguiendo una lógica de acción conectiva, como resultado del intercambio personalizado que se dió entre las madres y padres a través de Twitter, Facebook y fundamentalmente WhatsApp. Esto permitió que el movimiento se estructure sin la necesidad de altos niveles de recursos organizacionales, en forma rápida y a un bajo costo”, describe.

Recordemos. En la carta pública con la que salieron a reclamar la vuelta de las clases presenciales, firmada por miles de adherentes, los primeros Padres Organizados decían: “¿No es momento de pensar soluciones para que niños y adolescentes recuperen parte de lo perdido como se ha hecho en otros países del mundo? Dada la evidencia disponible sobre la circulación de la COVID-19 en espacios cerrados, ¿acaso no es posible recurrir de manera extraordinaria a los espacios abiertos (clubes, plazas, parques, terrazas y patios) para recibir a nuestros hijos y maestros?” (leé esa carta completa acá).

Lo curioso es que la participación de madres y padres en la educación nos sorprenda y nos resulte un fenómeno a estudiar, considerando que tanto las normas nacionales como los tratados internacionales reconocen a la familia como agente natural y prioritario en la educación. Esta tesis es destacable porque propone alimentar esa discusión.

“Padres Organizados significó una ruptura en la línea histórica de participación de familias en la educación. Hubo un liderazgo coreográfico de, sobre todo, las madres. Surgió en un momento histórico muy particular, en pandemia, con las escuelas cerradas y la cercanía política de las elecciones legislativas que trajo la atención de políticos. Se abrió una ventana y se transformó en una red de familias. A medida que volvieron las clases presenciales, esos vínculos se evidenciaron utilitarios, por una parte, porque políticos y medios dejaron de llamar y el colectivo perdió su consigna aglutinante y volumen político”, continúa Campetella.

La autora describe las particularidades del grupo surgido espontáneamente en un momento de crisis. “No se conformó como una organización jerárquica con jefes o líderes dando órdenes explícitas, y al contrario, se hicieron esfuerzos por establecer una estructura horizontal y distribuida. Sin embargo, estas madres y padres definitivamente actuaron como “coreógrafos” (Gerbaudo, 2012), definiendo ciertas normas de convivencia y con liderazgos suaves”.

El conjunto de madres entrevistadas para la tesis evidencia que “se trata de personas con un alto nivel educativo y capital cultural y experiencias escolares positivas”. Por otra parte, señala, “es interesante advertir a partir de las entrevistas que se trata de familias que en su amplia mayoría envían a sus hijas e hijos a escuelas privadas y que, en un principio, el reclamo por la presencialidad se inició en forma individual a la institución escolar particular de cada una. Inicialmente no se buscó ejercer presión sobre ningún funcionario y que no se trató de un reclamo por el estado del sistema educativo ni por la situación de instituciones escolares distintas a la propia. Sólo a partir de que las familias no lograron resolver la problemática que les aquejaba en forma individual, con la dirección del colegio, es que tomaron la decisión de unirse con otras familias de otras instituciones y elevar su reclamo ante autoridades de gobierno. Es de esta forma que su reclamo viró a uno sistémico, lo que terminó implicando en el reclamo decisiones que afectarían también a otras escuelas, incluidas las escuelas públicas”, concluye.

La Cooperadora no alcanza

Involucrarse en la Cooperadora Escolar no siempre es efectivo. Por experiencia propia sé que la injerencia de las familais en la toma de decisiones siempre queda supeditada a la voluntad, la calidad humana y profesional de los equipos directivos y los concejeros escolares. O sea…

A esto, precisamente, le dedica un párrafo la autora. “No pareciera existir en el sistema educativo argentino, a diferencia de casos como Australia, Canadá o Inglaterra, un espacio institucional para la participación de las familias en la gobernanza escolar. Los canales formales existentes como las cooperadoras, los consejos de escuela, los PEIs y los consejos escolares no estarían, de acuerdo a la literatura, funcionando como espacios que posibiliten la cogestión o la toma de decisiones por parte de las familias, ni siquiera el asesoramiento o la voz, en otros aspectos que no estén relacionados a la infraestructura o al equipamiento escolar, y a veces ni siquiera esto”.

Padres organizados post pandemia

En cuanto al desafío de continuar, con un nuevo objetivo, la autora entrevista a varios de sus integrantes. “Lo que tiene que conseguir padres organizados es un rol institucional para que se nos escuche. Para que seamos una pata más de la educación, no puede ser que sea solamente gremio y Estado. Creo que eso es lo que nosotros apuntamos o eso es lo que nos gustaría”, dijo una de ellas.

Actualmente, el grupo tiene una página web para proporcionar información a las familias sobre política educativa y monitorear la cantidad de días de clase en escuelas de todo el país. Este año, al cumplirse 140 años de la sanción de la primera Ley de Educación -la 1420- propusieron un “Pacto Educativo Nacional” de 5 puntos que puede leerse completo acá

Leer la tesis que analiza el movimiento de Padres Organizados: https://drive.google.com/file/d/1n7c-eoKKwInudDIGHEMRh5BTGOdvibuG/view?pli=1

Web de Padres Organizados Federal: https://www.padresorganizados.ar/

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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