Diego Golombek: «En un mundo ideal, los adolescentes deberían entrar a las 9 a la escuela»

Fui a escuchar al cronobiólogo más famoso de Argentina, ex funcionario nacional y director de la nueva carrera de Ingeniería en Biotecnología de la Universidad de San Andrés. Desde hace unos años ya que estudia la influencia del factor sueño en el aprendizaje e insiste en que habría que postergar la hora de inicio en las secundarias para mejorar el desempeño escolar.

La charla abierta y gratuita, «¿Cómo afectan las horas de sueño al aprendizaje?» fue organizada por el departamento de Extensión y presentada por Axel Rivas, de la Escuela de Educación de la Universidad. «El cambio escolar es hoy todo un objeto de estudio», afirmó. «Tenemos que ponernos en el lugar de los chicos para entender sus necesidades. Porque muchas de las cosas que hacemos en las escuelas son por el peso de la costumbre, la inercia y las reglas fijas que cuesta modificar«.

Reloj interno y jet lag social

«Aunque algunos pueden ser matutinos, la mayoría de los adolescentes son búhos. Su reloj interno, su cronotipo, hace que estén más activos de noche. Pero como entran a la escuela a las 7.30, según el tiempo de viaje tendrán que levantarse a las 5:30, a las 6:30. Si duermen menos de las 8 horas mínimas recomendadas para esa etapa, estarán dormidos y poco atentos en las primeras horas de la mañana», explicó Golombek.

«Por supuesto que postergar el inicio de clases podría no alcanzar si aprovechan el cambio para acostarse aún más tarde. Por eso habría que complementarla con, por ejemplo, hablar del tema con ellos y ayudarlos a generar buenos hábitos de sueño», remarcó. Otro de los motivos para dormir bien es que, como se sabe ya hace rato, la hormona del crecimiento se libera entre las 3 y las 4 de la madrugada si estamos dormidos. «Hoy, si bien no conocemos bien el mecanismo, sabemos también que el sueño consolida el aprendizaje y la memoria».

La principal traba para hacer este cambio es cultural. «En general, todos vivimos con lo que se llama jet lag social. Es decir, cuando el horario que impone una sociedad es diferente del reloj biológico. Pero cuando en los adultos suele ser de una hora, en los adolescentes suele ser de dos o tres; y eso es muchísimo».

«El rendimiento académico está claramente relacionado con el cronotipo y el horario de inicio de actividades. Pero nos cuesta cambiarlo porque el horario escolar es una ancla social importantísima por la cantidad de cosas que dependen de él: a qué hora se despierta la casa, a qué hora se trabaja, a qué hora se come».

Poder, se puede

El biólogo contó cómo, en los ’90, una maestra de Minnesota se dio cuenta de que sus estudiantes vivían dormidos, especialmente en invierno. Decidió probar cambiando la hora de ingreso de 7:20 a 8.30 y los buenos resultados se vieron enseguida, aunque le costó convencer a los que le pusieron todo tipo de trabas: ¿cómo se iba a modificar el sistema de transporte? ¿Qué pasaría con las actividades extraescolares? Ella demostró que todo eso podía solucionarse. En Rhode Island se hizo algo similar y hoy, en el estado de California, hay una ley que dice que la escuela no puede empezar antes de las 8AM.

Florencia Coldeira, a su vez, presentó un estudio realizado en tres escuelas secundarias de Mar del Plata, Mendoza y Pacheco (Buenos Aires) sobre la procastinación del sueño. Comprobó que la mayoría dormía menos de lo necesario (5 horas promedio), aún sabiendo lo perjudicial que es. Un fenómeno, aclaró, que no solo abarca a los adolescentes. Y que tiene a las pantallas como protagonistas.

«Tenemos variables biológicas independientemente de los cambios culturales. En Argentina nos acostamos tarde, comemos tarde. También, comparativamente, la jornada escolar característica de 8 horas en las escuelas privadas es única en el mundo, señaló Rivas mostrando cuadros comparativos con otros países, donde se entra más tarde y se sale más temprano.

El tiempo en la escuela

No solo el horario de inicio es una variable a considerar. También la calidad de las horas en clase, enfatizaron. Como el pico de nocturnidad se da en adolescentes entre los 15 y los 17, las materias más duras podrían darse en las primeras horas a los de primero y segundo año, por ejemplo.

Rivas contó que una de las materias de la licenciatura en Educación se llama «Diseñar el futuro de la educación». Ahí las y los estudiantes elaboran el proyecto completo de una escuela más humana. Propone, también, que cada escuela pueda encuestar las necesidades de las familias y diseñar su propio horario, con mayor flexibilidad. «El cambio genera una gran resistencia de aquellos que están en contra y poca a favor de los que podrían aceptarlo. Si tus intereses se tocan de manera muy concreta, tenés una voz más potente», observó.

Sin embargo, ya existen escuelas con horarios flexibles, tanto de ingreso como dentro del cronograma diario. Una profesora de secundaria Waldorf lo corroboró. «En muchas de nuestras escuelas ya es así, van llegando 8.15 y se da otra alternativa de ingreso a las 8.45. Además, tampoco se trabaja por materia sino por proyectos. Y salen a las 3 de la tarde. Lo que pasa es que eso tiene un costo muy alto, tener a todos los profesores todo el horario. Esa es la realidad». Los tiempos de trabajo también son diferente en las escuelas experimentales y las Montessori, presentes en varias provincias.

«La luz es la nafta del reloj biológico. Sobre todo en invierno, hay que asegurarse de que haya buena luz en la escuela. Si se puede dar clases al aire libre, la luz natural siempre es mejor, especialmente las materias que requieren menos abstracción y concentración», agregó Golombek. La alimentación, el ejercicio y el contacto con la naturaleza, concluyó, también tienen gran influencia en el aprendizaje.

La Universidad de San Andrés ofrece trabajar con colegios interesados en diseñar en conjunto aspectos relacionados con el horario escolar. Podés completar esta encuesta para participar: https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSdEdOAVXJXGDxLlNaCxD2kTPnz8kZGbUa4njnE321MeN8Segg/viewform

Otras universidades argentinas donde se estudia la neurociencia del sueño y el aprendizaje:
Universidad Torcuato di Tella: María Juliana Leone.
ITBA: Cecilia Forcato.

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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