Los requisitos para fundar una escuela son desalentadores para los proyectos que buscan ser pequeños, dinámicos e innovadores. Es que las normativas fueron creadas para escuelas grandes, con un aula para cada grado, oficinas administrativas, biblioteca, SUM y baños. Lo que termina pasando es que las escuelas son presionadas a crecer, porque tienen que llenarse para solventar gastos de docentes generalistas y especializados, administrativos, ordenanzas y ni hablar de los gastos de mantenimiento y materiales.
En los últimos años, y acelerado por la pandemia de COVID-19, en Estados Unidos florecieron las microescuelas, que tienen permiso legal para funcionar. Una figura que podría beneficiar al diverso movimiento de las escuelas alternativas y de las familias que educan en casa en Latinoamérica.
Las microescuelas se definen como entornos de aprendizaje multifamiliares innovadores y personalizados. Pueden tener distintas formas: comunidades de niños educados en casa, escuelas privadas autorizadas y no acreditadas, o incluso dentro de escuelas públicas tradicionales o chárter. Cada Estado y Condado (lo que acá llamamos partido) define las normas de funcionamiento que considere pertinentes. Algunas familias las usan como reemplazo de la escuela convencional y otras como suplemento.
Desde hace dos años, las microescuelas decidieron nuclearse en una organización: el Centro Nacional de Microescuelas. Por 9 dólares mensuales sus miembros reciben formación, asistencia legal y acceso preferencial a materiales educativos. El público general también puede contactarlos para buscar una en su zona o para buscar ayuda para juntarse a organizar una nueva. Además, trabajan en incidencia política para lograr ayuda de sus funcionarios.
Lo que las impulsa es el interés de los padres en involucrarse y ver resultados en la educación de sus hijos. Son, además, parte de un movimiento más grande que en América del Norte tomó el slogan de “school choice” o “educational choice”.
Uno de los co-fundadores, Don Soifer, es el creador de la Southern Nevada Urban Micro Academy, la primera microescuela de asociación público-privada de Estados Unidos con la ciudad de North Las Vegas. Abrió durante la pandemia para una población de familias que antes estaba desatendida.
¿Cómo es una microescuela?
“No existe un modelo típico, ¡y eso es bueno! Cada microescuela es única y variada, lo que significa que realmente existe una oportunidad para que cada niño encuentre un lugar donde pueda prosperar. Una de las cosas hermosas de esta opción es crear un programa que se adapte a los fines de la comunidad. Algunas son Montessori, otras se basan en la naturaleza, otras se centran en el aprendizaje autodirigido y experiencial”, explican en el Centro.
Seguir un curriculum determinado, cumplir con cierta cantidad de horas o exigir determinada titulación para los maestros es definido por cada Estado. En Argentina, eso también es viable ya que cada provincia tiene la potestad de reglamentar los formatos educativos en su territorio.
No son una novedad, pero están creciendo
“Los dos últimos años de cierres escalonados de escuelas han obligado a las familias a pensar de manera diferente sobre la educación primaria y secundaria. La forma en que las escuelas respondieron a la pandemia reveló que el modelo tradicional de talla única del sistema escolar público no funciona para todos. La pandemia magnificó estos desafíos y convenció a más personas de que las familias necesitan una variedad de modelos educativos diferentes para satisfacer adecuadamente todas las necesidades de sus hijos”, explican en el sitio Edchoice.org.
“Las microescuelas, a veces denominadas «grupos de aprendizaje» (learning pods), son la reinvención de la escuela de una sola aula, donde el tamaño de las clases suele ser inferior a 15 estudiantes de diferentes edades, y el horario y el plan de estudios se adaptan a las necesidades de cada clase. Este modelo de escolarización puede funcionar en escuelas públicas, privadas o concertadas o por separado. Muchos describen las microescuelas como un «punto intermedio» entre la educación tradicional y la educación en el hogar. La mayoría de las microescuelas están dirigidas por padres independientes, pero algunas están afiliadas a una red formal de microescuelas que ofrece instructores presenciales pagos. Las clases se imparten en una variedad de entornos accesibles, como hogares, bibliotecas y otros centros comunitarios”, describen.
“Las microescuelas no son una idea nueva. A lo largo de la historia, los niños han recibido clases en grupos pequeños a cargo de profesores o tutores especializados. Sin embargo, hoy en día están captando el interés de las familias más que nunca”.
Más información sobre las microescuelas en Estados Unidos: https://microschoolingcenter.org/
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