Autismo y desafíos en la educación: «Proponemos rehabilitar al sistema y ya no intentar, como se hacía antes, a los niños y niñas»

No es la primera formación del Instituto de Educación y Crianza (IDEC) dedicada a la inclusión educativa plena. Sin embargo, este año estará enfocada en el autismo y la construcción de entornos amigables en las instituciones educativas. El diploma «Autismo y desafíos en la educación» empieza el 12 de agosto, dura cuatro meses y propone 13 encuentros virtuales, más acceso incluido a supervisiones y bolsa de trabajo.

Conversé con Rodrigo Odriozola, coordinador del diplomado junto con Cecilia Guinle, para saber más sobre esta formación de IDEC en particular

-Trabajás dentro del sistema educativo tanto en Uruguay como en Argentina. ¿Ves desafíos parecidos?
-Sí, identifico problemas similares. A groso modo, podríamos decir que el problema es el sistema educativo. Trabajamos desde un modelo social de la discapacidad, que la entiende como una situación en donde la persona, con sus características individuales, se encuentra con un mundo que le pone un montón de barreras que, en realidad, son las que generan la discapacidad.
En el sistema educativo se notan barreras como, por ejemplo, la comunicación. Y otra cantidad de cuestiones que lo que hacen es dejar por fuera a los niños y niñas que no tienen un funcionamiento neurotípico o catalogado como normal.
Por eso, nosotros proponemos, de alguna manera, rehabilitar al sistema y ya no intentar, como se hacía antes, rehabilitar a los niños y niñas.
En relación al autismo es todo muy nuevo. Y cuando nos conocimos con IDEC enseguida entramos en concordancia. Entendemos la educación inclusiva como un modelo social y de derechos a la hora de marcar un eje desde el cual pararnos.

-Me imagino que la perspectiva que proponen en el aula termina beneficiando a todos los estudiantes, no solamente a quienes tengan las características del autismo.
-Esa es una de las cosas buenas que sucede cuando se cambia la mirada y se usan herramientas que sirven para para todos los niños y niñas, porque incorporamos a la diversidad como un elemento fundamental de cualquier ecosistema, incluido el educativo.
Por ejemplo, una de las cosas que usamos son las agendas visuales, que proponen una anticipación de lo que va a venir que a cualquier ser humano le disminuye los niveles de ansiedad. Entonces, en vez de incorporarla para un solo niño, la incorporamos para todo el grupo y tiene efectos positivos para todo el grupo. Es sólo un ejemplo representativo de muchas otras cosas que suceden cuando uno empieza a modificar la forma en la cual brinda ese conocimiento, dado que todos procesan la información diferente. No hay que tener un diagnóstico específico para tener esa variación. Entonces, cuando damos alternativas, estamos disminuyendo barreras para todos.

En este tiempo, ¿has visto los beneficios directos de formarse con esta mirada?
-Claro. Tanto nuestros alumnos como Cecilia y yo, que coordinamos este diploma, lo hemos visto. Ambos venimos trabajando muchos años en el campo educativo. Ella como maestra y yo como auxiliar y acompañante. Los cambios se ven, pero hay algo previo a la incorporación de las herramientas que tiene que ver con la modificación de la mirada. Ya con ese primer paso se ven los primeros cambios en el vínculo con los niños y con las niñas y con el aprendizaje.
Los efectos en este sentido son bastante contundentes. Todos los que habitan ese salón se empiezan a sentir mejor, más bienvenidos, sienten que estamos trabajando también para ellos y que no los estamos dejando por fuera.
Te doy otro ejemplo de lo que ayudamos a nuestros alumnos a coordinar y poner en práctica. Había un niño que dentro de sus características tenía un interés muy específico por los animales. Le costaba mucho autorregularse cuando se hablaba de otra cosa. Entonces, en un trabajo conjunto entre el acompañante y la docente, se creó una instancia semanal para todo el grupo donde se hablara de animales. Ese día se dedicaba una hora entera a hablar sobre animales y lo que sucedía era que todos los niños le preguntaban a él. Era, sobre todo, un aprendizaje para el entorno, que podía ver que él también podía aprender y utilizar su conocimiento de una forma que le sirviera y que le abriera puertas. Es representativo de cómo a veces funcionan pequeños movimientos al estar uno ahí presente y empático con lo que está pasando. Por eso digo que muchas veces el cambio más grande se da cuando los docentes empiezan a establecer un cambio en la mirada sobre la discapacidad, porque después las herramientas es mucho más fácil incorporarlas.

-Los docentes suelen quejarse de la soledad y la falta de apoyos a la hora de abordar esta perspectiva.
-Sí, se necesita verdadero trabajo en equipo. Desde la perspectiva en que nosotros entendemos la educación inclusiva, si un día la educación es realmente plural y sin barreras, incluso la figura del acompañante podría dejar de existir porque todos podrían participar. O, en todo caso, entendemos que la figura del acompañante se transformaría en un asistente de la maestra o del maestro. Que poco a poco también esa figura vaya cambiando y que el docente sea el responsable de todos los niños más allá de las características que tengan. Y cuando se incorpora el acompañante, sea un apoyo para ese docente y no para ese niño. Como consecuencia, será la institución educativa la que haga los movimientos para eliminar las barreras.

-Las llamadas escuelas alternativas, ¿pueden trabajar mejor?
-Nosotros apuntamos a que todas las escuelas empiezan a trabajar desde esta perspectiva, porque la mayoría de la gente no puede acceder a ellas. No puedo generalizar, pero lo que sí puede suceder es que muchas veces cuentan con condiciones un poco más controladas. Tienen grupos más pequeños, atención un poco más personalizada. O disposiciones del espacio de clase un poco menos cargadas de información, con un poco más el respeto al ritmo de aprendizaje de cada niño o niña.
Pero, como te digo, nosotros apuntamos a que el cambio se dé en el sistema educativo en las escuelas entre comillas «normales» sin tener que acudir de emergencia a estas escuelas diferentes. No todos pueden elegir donde educarse, y el autismo atraviesa todas las clases sociales.

-Además de las cuestiones didácticas, ¿en el Diplomado trabajan la configuración del espacio físico, del entorno de aprendizaje?
-Claro, al tener en cuenta aspectos como el procesamiento de la información sensorial, donde usualmente hay desafíos grandes, trabajamos para que se comprenda bien qué es necesario tener en cuenta. Por ejemplo, el control de los estímulos que hay en un salón de clases, los formatos que permitan sostener la atención, etc.

-La ventaja de IDEC es que ofrece a sus diplomados un espacio de supervisión y acompañamiento para implementar cambios en aulas o escuelas.
-Claro. Cuando uno empieza a movilizar estos temas, a los propios participantes del curso se les empiezan a ocurrir ejemplos o situaciones que ellos mismos muchas veces están viviendo y no saben cómo abordar. Entonces, para ordenar esa información y que los intercambios sean positivos y útiles, decidimos hacer un espacio aparte dedicado a sus propias prácticas. Destinado exclusivamente a que puedan venir y traer situaciones concretas. Hay cambios que quizás demoran tiempo, pero hay otros que se pueden hacer hoy con pequeñas modificaciones. Las supervisiones funcionan como un espejo en ese sentido donde los acompañamos a mirar qué están haciendo y qué se puede hacer.

-¿Para quiénes es este curso?
-Está orientado a docentes y a técnicos no docentes, pero también para personas interesadas en el autismo porque no es necesario tener grandes conocimientos previos para poder participar. Si bien hay material técnico, lo hacemos terrenal y accesible para todo el mundo, incluso para quienes son maestros de la educación no formal, de talleres de artes o deportes.

Programa y más información en: https://www.idec.edu.uy/diplomaade2024
Importante: el diplomado tiene garantía de satisfacción y descuentos para inscripciones antes del 16 de julio y grupos de al menos 4 personas. Para uruguayos, cuenta con subsidios de INEFOP para empresas que quieran capacitar a su personal de centros educativos.

Dolores Bulit

Nací en la Ciudad de Buenos Aires en 1972. Mi educación formal ocurrió en el jardín Casa de los Niños fundado por Elena Frondizi, la Escuela Normal Nacional en Lenguas Vivas “John F. Kennedy” y la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires. Mi educación no formal se amasó en una familia numerosa, presente, matriarcal en medio del patriarcado, de clase media profesional. Sin presiones curriculares o extracurriculares, con mucho tiempo y enorme oportunidad para el juego libre en la ciudad y en el campo. También me eduqué en mis empleos y en mis viajes, en mi pareja y con mi maternidad, con todas las personas que pasan por mi vida y a través de mi experiencia más reciente y transformadora con la gestación de Tierra Fértil, un espacio de aprendizaje basado en el juego y la autogestión con 8 años de historia.

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