Dolores Smith vive en Villa La Angostura, Neuquén. Su hijo menor sigue con ella y el mayor estudia en Estados Unidos. No encontró opciones en el pueblo que pudieran manejar algunas dificultades de aprendizaje de ambos, así que, cuando conoció la posibilidad en educarlos en casa, la tomó. No fue fácil. Según le contó a AlterEdu, fue un momento intenso, de vértigo y sensación de salto al vacío. Pero como tantas familias que llegan a la educación en casa, la fuerza vino de los hijos y el tiempo le fue dando la razón.
Es agente inmobiliaria, pero en pandemia decidió empezar a estudiar abogacía. Si bien no se dedica a defender familias que buscan opciones educativas por fuera del sistema formal, no oculta que le sirve para argumentar y defender la posibilidad de aprender para quienes la tienen difícil y no tienen alternativas cerca.
-¿Cómo llegaste a esta opción educativa?
-Si lo hubiese proyectado, me hubiera sido imposible. Mis chicos tienen disgrafia y discalculia. No son diagnósticos tremendos, era cuestión de adaptar contenidos, no es tan complicado. Pero no lo logramos. En un momento nos fuimos a vivir Buenos Aires y estuvieron muy bien en un colegio privado, se levantaban con ganas de ir. Pero nos volvimos a La Angostura y, tras haberlos visto tan bien, no me conformaba con lo que había acá.
Fue angustiante, además, ver lo que eran las clases durante la pandemia. Veía que no era por ahí pero no sabía qué hacer con los seres que más amo en la vida. Ni siquiera era ya una cuestión de aprender o no, sino que había un daño emocional. Al punto de sentir que sos un burro y que no vas a aprender nunca. Por otro lado, también se entiende la dificultad de una docente lidiando con 30. ¡A mí me costaba con dos!
Lo que nos pasó es que descubrí esta modalidad, muy rica, que acompaña a cada chico, es más flexible y hace énfasis lo que le gusta. Te doy un ejemplo. Al más chico no le gusta Matemática, así que hace lo mínimo. Al más grande sí, y como quería estudiar Ingeniería dedicó los últimos dos años a hacer cálculo porque no le alcanzaba con los contenidos de la escuela.
-¿Cómo estudian?
-Primero estuvieron en otro colegio de Estados Unidos, que entregan título del programa de su país. Al tener apostillado de La Haya, que es un convenio internacional, se puede validar en nuestro país el título a nivel nacional.
Lo que pasó es que me empezaron a consultar y llamar familias de otros lugares, así que decidí ocuparme de ofrecer yo esta opción. Eso es la Free Quest Academy, una escuela autorizada en Miami que ofrece titulación del estado de Florida.
Quizás, la diferencia es que lo hago de una forma muy personalizada: tenemos una entrevista larga donde hablamos de lo que necesitan, nos conocemos. Y estoy siempre disponible para lo que necesiten.
También, que contemplamos y certificamos el unschooling, que implica ir a ritmos diferentes y con distintos niveles en las áreas de conocimiento.
-¿Qué ofrece en definitiva la Free Quest Academy?
-La currícula norteamericana y la currícula argentina, los analíticos para cada nivel, el título. Pero también estoy trabajando con docentes, un licenciado en educación y programadores para hacer una plataforma nuestra. Con dos clases por semana con un maestro en vivo y otras clases que les puedan interesar. Nos inspiramos en lo que hizo Astra Nova, la de Elon Musk, que trabaja con situaciones desafiantes y paradojas. Se proponen casos y se pregunta cómo los solucionarían.
En este momento tenemos en la academia jugadores de fútbol profesional, bailarinas. Los hay que van a escuelas Waldorf o Montessori no reconocidas. Pero también familias y chicos que apuestan al aprendizaje con motivación. Los padres son los que deciden el ritmo en base a lo que ven y lo que va informando la plataforma. A mi hija, por ejemplo, yo le pido que complete determinada cantidad de cosas por semana. Y en ese sentido funcionamos como cualquier familia, con límites y permisos cuando se cumplen responsabilidades.
También hay un estudiante con TEA que es alumno de una escuela oficial, a la que va unas horas un par de veces por semana. Estoy súper abierta a trabajar como para ayudar a las familias en el sistema que les sirva. Porque este sistema debería ser una opción. No debería haber caza de brujas. Los adultos tenemos que ser gente pensante y racional que apuntamos al bienestar de los chicos.
-La trama legal de esta forma de aprender todavía es endeble. ¿Cómo lo ves vos?
– A veces, a nivel provincial y municipal esta opción no se conoce y hay que explicar que no están desescolarizados, sino que efectivamente están recibiendo educación. Pero a veces, ni siquiera los abogados lo entienden. Sin embargo, a nivel nacional están obligados a validar un título. Si no, es como si un Estado dentro del convenio se negara a reconocer el título de un colegio estatal argentino con el argumento de que es pésimo.
Cada tanto surgen casos impulsados por inspecciones, directivos de escuelas o defensorías del menor, que yo creo que tienen el objetivo del escarnio público, de «dar el ejemplo». Pero nadie ha dado aún el debate de fondo, que es el que necesitamos. Por ahora, lo cierto es que una vez que se judicializa un caso en particular, es más complicado.
Personalmente, no creo que haya que ir por el lado del conflicto. Prefiero debatir ideas, poder ayudar a cambiar las leyes, y ahora que mis hijos están más grandes tengo más tiempo para eso. para un cambio de las leyes Sino de una forma de mejorar la calidad educativa de los chicos y las chicas que lo necesitan, cuando la escuela no funciona.
Por eso, cuando llega una familia, entablo un diálogo con la escuela y colaboramos. Incluso, en la parte administrativa que necesitan para estar tranquilos. Nosotros tomamos la iniciativa con la escuela.
Quiero contribuir a instalar el homeschooling en Argentina, porque si nos ponemos a pensar en el interés superior del niño, la verdad es que los resultados son pésimos acá. Y en la materia de los derechos del niño, se establece que cada caso tiene que ser estudiado y evaluado en particular, que uno no puede invocar un derecho superior del niño en abstracto. Hay muchísimos casos que deberían ser respaldados para aprender a distancia, especialmente cuando los chicos sufren en la escuela. Me llegan tantas historias que son las que me hacen ver, cada vez más, que necesitamos esta opción. Y estoy dispuesta a defenderla.
Las leyes cambian no tanto porque alguien las piensa en el Congreso, sino porque empiezan a existir las situaciones y en un momento se blanquean. La sociedad empieza a ver que el agua se escurre entre los dedos.
-La mayoría de la gente asocia la educación en casa al descuido parental.
-Mirá, me llaman una o dos personas por semana. Hasta ahora no tengo ni un solo padre que me haya llamado para sacarse un problema de encima. Todos los que me contactan es porque hicieron un trabajo, buscaron. Llegaron a un punto de hartazgo y dijeron basta, pero siempre es por amor hacia los hijos. ¡Es todo lo contrario!
-¿Las familias llegan con dudas acerca del aislamiento, de la famosa socialización?
-Sí. Les aconsejo buscar activamente actividades donde sus hijos puedan hacer vínculos, relacionarse con otras realidades. Que es un encuentro de pares bien diferente al del colegio. Se dan relaciones muy lindas y enriquecedoras cuando hay intereses comunes, que la mayoría deposita en las llamadas «extracurriculares». Que para los chicos educados en casa, son una maravilla también.
Comentarios recientes