Como dos piezas del mismo rompecabezas guardadas en distintas cajas, Paola D´Alfeo tenía la idea y Jennifer Rossi el lugar. Se encontraron y conocieron en Tierra Viva Montessori, un espacio de aprendizaje para niños y niñas hasta 11 años. A partir de allí, incentivadas por las familias que querían una continuidad y la experiencia escolar de los hijos de Paula, decidieron seguir con el proyecto en el nivel secundario. Así nació Serendipia, también con orientación Montessori y que funciona dentro de una reserva natural privada en Huerta Grande, en la zona serrana de Punilla en Córdoba.
Jennifer es profesora de Educación Física y Paola se formó como guía Montessori de Casa de Niños con Celine Hameury. Conversé con ambas para que me cuenten cómo funciona y cómo se llevan con la comunidad que las rodea.
-¿Pueden contarme cómo empezó Serendipia y cómo encontraron una motivación suficiente como para seguir el proyecto con adolescentes, considerando lo difícil que resulta?
-Paola tenía el proyecto en su cabeza, pero no lo podía plasmar en una infraestructura. Como yo vivo en una reserva natural en Huerta Grande nos pareció buenísimo, porque es un lugar donde se pueden hacer muchas cosas. Se llama Nagua Tica y tiene 44 hectáreas con flora nativa y sitios arqueológicos de la cultura de los Comechingones, una reserva que forma parte de la red nacional de reservas privadas. Sentimos que podíamos llevar la naturaleza y la historia a los chicos, para que se apropiaran del lugar, ya que viven en la zona pero muy pocos la conocían.
En esta parte hay varias escuelas primarias alternativas, pero no hay secundario. Por mi parte, mis hijos me dieron un gran impulso después de las experiencias de dos de ellos en primarias convencionales. Mi última hija forma parte de Serendipia, que por ahora tiene 11 chicos y chicas en el primer año.
No quería hacer la secundaria sola, y con Jennifer venimos compartiendo una visión muy parecida en Tierra Viva. Así que acá estamos. Si bien Montessori no desarrolló su visión educativa para los adolescentes, esbozó que debía ser un espacio natural, con gran autonomía de los adolescentes en la secundaria, donde pudieran trabajar y desarrollar proyectos productivos.
-¿Cuál es el espíritu del proyecto y cómo funciona día a día?
-En esta era de la tecnología nos propusimos sacarlos un poco de ahí y conectarlos con la naturaleza, que conozcan sobre las plantas y animales que los rodean. Que así aprendan a escuchar su entorno. Todos los días caminan hasta el fondo de la reserva. Al principio ¡lo que les costaba! Y hoy lo hacen casi corriendo. El objetivo es conectar con su cuerpo y con su fortaleza física. En ese sentido, nuestra escuela tiene orientación en Educación Física y Vida en la naturaleza.
En este momento hay un profesor tutor fijo con los chicos. Además viene un profesor de tecnología, con el que trabajan el manejo de herramientas y materiales. Y otro profesor de educación física, que es nuestra orientación. Acá y en sus casas trabajan con guías sobre los distintos contenidos. Tenemos alguna flexibilidad en el manejo de la plantilla porque estamos en zona rural.
Cuando vienen a la reserva en general se pone énfasis en lo prácticos: cocinar, trabajar en la carpintería, salir a caminar, etc.
-¿Cómo suele ser el recorrido de los que terminan la secundaria en esa zona?
-Muchos se van a estudiar a Córdoba capital, pero acá en Huerta Grande hay también un profesorado de Educación Física. Con el que ya hemos hablado para que nuestros chicos puedan hacer sus prácticas deportivas en las canchas de ellos.
Nuestro objetivo es que al terminar logren gestionarse la vida, saber cómo se pagan los servicios o se maneja el banco. Gestionar un pequeño proyecto, conseguir trabajo o estudiar. Para mí, que he tenido tres hijos en la escuela secundaria, eso es una enorme falencia. Por otra parte, muchos van solos pero dentro de la escuela no se les permite tomar responsabilidades para las que ya están listos.
edades.
-Hace unos días las convocaron para formar parte de un comité municipal dedicado a la educación, junto con otras escuelas de la zona. Interpreto entonces que ya han logrado reconocimiento de las autoridades.
-Ante el ministerio de educación provincial, Tierra Viva, la primaria, es una escuela no adscripta. Sin embargo, seguimos los procedimientos contemplados en Córdoba para acreditar estudios. Por ejemplo, cuando llega el momento de que hagan los exámenes libres nos llaman de Inspección, nos presentamos y rinden los cuestionarios de sexto grado que llegan en sobre sellado. También estamos habilitadas para llenar las planillas que corresponden a ANSES y obras sociales.
La secundaria por el momento tampoco está adscripta, pero enseñamos los núcleos de aprendizaje prioritario (NAP) que exige la currícula.
Lo primero que hicimos antes de abrir la escuela fue ir a hablar con la Municipalidad, era un gobierno nuevo. Les encantó la idea y nos ofrecieron su apoyo a la hora de buscar que fuera oficial. En principio ya formamos parte de un comité con otras escuelas de la zona porque en Córdoba el Ministerio de Educación propone que a partir de este año que haya algunos contenidos que se trabajen a nivel regional. Quieren descentralizar un poco y que según la región tengan sus propios contenidos, más relacionados con su entorno. Especialmente la parte de Ciencias Sociales y Ciencias Naturales. Como consecuencia, las instituciones educativas tienen que juntarse para armar esos nuevos contenidos y nos convocaron para eso.
Es un logro para nosotros, nos permite hacer lazos con otras escuelas e incluso ofrecer nuestra reserva con sus senderos para trekking.
-¿Ven evolución en la forma en que las autoridades miran a las escuelas alternativas?
-Yo creo que en un momento, o al principio, las alternativas nos cerramos. Estábamos por fuera del sistema, pero hemos descubierto que lo mejor es irse abriendo. Porque vivimos dentro de esta sociedad, ¿no? Además, como adultos queremos abrirles el panorama a los chicos, y en este mundo las instituciones existen.
-¿Cuántas familias forman parte de Tierra Viva y Serendipia?
Hay 24 niños en Tierra Viva y 11 en Serendipia. Todos en primer año, e iremos creciendo progresivamente.
-¿Consiguen docentes que entiendan el proyecto?
-Se van formando a medida que conocen el proyecto y a los chicos. Los vamos guiando para que le presten atención a los puntos donde nos enfocamos como proyecto. La contención, por ejemplo, nos importa muchísimo, sobre todo en los primeros años. Porque en general en secundaria se piensa que ya están grandes. Es clave fijarse cómo están y cómo llegan los chicos.
La adolescencia es un momento crítico para un montón de cosas. Si por algún motivo no confía en su mamá, su papá, en su familia, o no se animan a hablar de ciertas cosas, yo como mamá espero que encuentre otros adultos que los contengan y puedan reflexionar juntos.
Tenemos armado un lindo equipo.
-¿Qué se espera de las familias en el proyecto?
-Les pedimos que colaboren para sustentar económicamente esta propuesta y su apoyo desde el lugar educativo. Que si, por ejemplo, hay un conflicto o un tema en la escuela, que puedan trabajarlo también en casa, que puedan conectar con sus hijos.
El grupo de padres que tenemos es muy colaborativo y están muy muy dispuestos a ayudar en lo que se necesite.
-¿Cómo es la infraestructura?
-Como es una reserva no podemos hacer muchas modificaciones edilicias, pero sí tenemos una infraestructura que se mejoró para poder traer a los chicos. Es un gran salón y restauramos también un cuarto que usamos los educadores y como espacio de asamblea.
Todo el tiempo estamos en movimiento, entonces no necesitamos un aula estructurada con bancos.
Nuestra idea generadora es que los chicos conocieran la reserva como la palma de su mano. Y ya la tomaron como propia. Trajimos a los nenes de la primaria y ellos guiaron el recorrido.
Dentro de la reserva hay un viñedo y una bodega con sus maquinarias completas para la fermentación. Y hacia el fondo hay un arroyo, una tirolesa y un puente colgante que se usa con grupos estudiantiles que vienen de otras provincias en noviembre y diciembre. Se hacen caminatas y actividades recreativas y lúdicas que también aprovechamos con la secundaria.
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